lunes, 7 de febrero de 2011

Alguien a quien amar

Freddie Mercury murió el 24 de noviembre del noventa y uno a causa de una bronconeumonía complicada por Sida. Mercury concedía muy pocas entrevistas y sólo un día antes de morir hizo público que era portador de esta enfermedad. Al momento de escribir escucho a Montserrat Caballé, ella quizá lo entendía un poco porque él confiaba profundamente en la música que ella hacía. Una rara relación. Él se sentaba todo un día a escucharla y se vistió de negro para cantar “Barcelona” a su lado. Ella seguramente lo veía y seguía cantando.

Freddie nunca estuvo en Colombia, cuando murió yo estaba bien pequeño y no lo escuché. La primera vez que con total claridad llegó a mis oídos fue con “Princes Of The Universe” el día que comenzó Highlander (la serie) y esta canción junto a la espada de McLeod hacían de opening. Luego llegó un momento más simple, más de escuchar Queen, sin más que decir, más de escuchar cualquier cosa. Freddie entendía el punto con claridad: no buscaba ser una estrella, buscaba ser una leyenda. Lo logró. Hoy me hace escribir. Quizá una palabra como “Valledupar” le sería impronunciable, pero, para ser una leyenda ni se necesita pronunciar bien, ni saber que Valledupar existe, y menos que un tipo insomne escribe sobre él diecinueve años después de su muerte. Pero así pasa con las leyendas, cualquiera escribe sobre ellas o vive a través de sus canciones.

Somebody to love

Es sábado por la noche y a la última botella que está sobre la mesa le restan a lo sumo dos tragos pequeños. Estoy tirado en un sofá marrón, a mi lado está una chica que sabe poco de mí, me pasa igual con ella. En los asientos del comedor están los dueños del apartamento: dos chicos que dicen quererse y que a veces quieren dejarse, pero no lo hacen por el temor de saberse el uno sin el otro. Cosa normal, se quieren. Es un buen sábado. Celebramos algo, un cumpleaños o una cosa cualquiera. Una fiesta sólo para cuatro. Varias cervezas y tequila. Suficiente para sentirnos ebrios. En la nevera una de Whisky, pero con lo que tenemos afuera está bien. En el cuarto de al lado suena Pink Floyd, es algo que está en The dark side of the moon. Hay algo que no está bien. El ambiente es calmo, demasiado calmo. Cada vez que tomamos tequila y el grupo es muy pequeño terminamos fastidiándolo todo recordando cuando éramos pequeños, veíamos Oki Doki o Caballeros del Zodiaco, y pensábamos que el rock se tomaría el mundo (luego llegó el Regaetón y nos jodió a todos). Así que en ese orden terminamos recordando música, videojuegos, películas de Chuck Norris. No soporto lo que escucho. La chica que tengo al lado no sabe nada de eso. No vio Oki Doki y baila Regaetón bastante bien. Mi amigo besa a su chica y va a cambiar la música. Una hora antes yo estaba en la plaza del centro con la chica que está a mi lado. Valledupar a media noche parece una “ciudad bebé”: parece dormir tranquila pero de repente lanza pequeños eructos. En la plaza Sólo queda el vendedor de minutos, un celador que le ve las tetas a la estatua que está frente a la alcaldía, esa chica y yo. Llovió y ahora Valledupar parece un bebé llorón. Todo está muy tranquilo. Unos maricas pasan y repasan. Se toman de la mano, de la cintura. Se reúnen con otros maricas, entran por una puerta y cruzan un largo corredor, adentro se notan luces, todo se asemeja a una discoteca pero todo tiene muy mala pinta.

Mi amigo ha cambiado la música y reconozco el inicio de esa canción, es de Queen definitivamente. Si no estaba borracho ahora asumo tal estado. Miro a la chica y el mundo bajo la voz de Freddie es un lugar diferente.

El nombre real de Freddie es Farookh Bulsara y no nació en Londres sino en Zanzíbar (Tanzania). Estudió en el Peter’s School, en la India, y a los 17 años de edad se fue (con todo y familia) a Inglaterra. Estudió Arte en la universidad de West Thames. En el 70 conoció a Brian May y a Roger Tylor, juntos crean Queen(Estos dos han refundado la banda en compañía de Paul Rogers y quizá visiten Colombia en una gira de conciertos por Suramérica). John Deacon se unió en el 71. En esos años Mercury conoció también a Mary Austen y sostuvo una relación con ella durante un largo tiempo. En el 73 lanzaron un primer álbum y ahí empiezó la magia.

Mis labios están sobre la oreja derecha de la chica y le susurro las ideas que quiero y puedo traducir de la canción que comenzó a sonar: Cada mañana me levanto y muero un poquito /… / ¿Señor qué me haces? / he pasado años creyendo en ti / y no encuentro alivio /… / ¿puede alguien encontrarme alguien a quien amar? /… / trabajo hasta que me duelen los huesos / … / llevo a casa mi paga bien ganada / caigo de rodillas y empiezo a rezar hasta que las lágrimas caen de mis ojos / Señor ¿puede alguien encontrarme alguien a quien amar?/. Mi aliento es alcohol puro, la chica sigue el ritmo de la canción. Paso mis manos por uno de sus brazos y siento que cada vello sobre cada uno de sus poros está allí de punta, erguido escuchando a Freddie. Eso es magia.

Queen produjo 14 álbumes en estudio con la formación original (Freddie, Brian, Roger y John) antes del fallecimiento de Freddie. El último se tituló “Innuendo”, salió al mercado el 4 de febrero del 91 y vendió más de cinco millones de copias. En el 95 salió al mercado “Made in Heaven”, una recopilación de temas grabados por la banda y no incluidos en los álbumes anteriores. 19 años después de la muerte de Freedie se sigue escuchando su música como el primer día. En su honor fue creada la fundación Mercury Phoenix, y es una de las mejores voces del rock (Coincide conmigo la Rolling stone).

Rapsodia en la dieciséis con sexta

El celador de la plaza se marchó con la lluvia, Valledupar sueña tranquila. La plaza Alfonso López está desierta. La chica está sentada sobre un andén. La brisa es fría, las luces son amarillas. Valledupar a esa hora parece un buen lugar. Estoy sentado al lado de la chica, no nos fijamos el uno en el otro, observamos las estatuas desnudas de la plaza. Salimos del apartamento al acabarse el alcohol y cuando mis amigos decidieron encerrarse en su habitación. A la orilla del Lago Lemán, en Suiza, está una estatua de tres metros de altura en honor a Freddie. Tiene el brazo derecho en alto y el puño cerrado. Parece estar interpretando Under pressure como en el Wembley stadium en el 86, parece gritar que sigue vivo.

Las estatuas que observo están en una pelea continua. El tipo va contra la mujer y la mujer parece dar un salto que la hará volar. Todo un rollo, como el amor. La chica a mi lado se levantó y empezó a caminar cuando vio a dos tipos acercarse en nuestra dirección, la sigo. Chao a las estatuas. Lo único que parece vivo es la puerta y el callejón a la que entraban los maricas horas antes. Se ve muy poco, un tipo tiene a otro agarrado del cuello, lo abofetea y sonríe, el otro parece indiferente, por un segundo nos dedica una mirada y sigue en lo suyo. Los hombres que se nos acercaban siguieron calle arriba sin detenerse, quiero tomar un taxi. El tipo abofetea nuevamente al otro, pero con más violencia y el sonido seco llega a nosotros con claridad. Se estrujan, se manosean. Camino y la chica parece desesperada. No le digo nada, sólo camino. Nos alejamos de la plaza y allí, con los maricas y las estatuas, los olores y la lluvia al costado de los andenes queda el rumor de una música suave, del movimiento constante del viento, el eco de la voz de Freddie deambulando en las esquinas de la plaza. La chica me toma de la mano mientras caminamos. Mis vellos se ponen de punta. Eso es magia. Freddie seguirá cantando en cualquier callejón.

Fuente: Grupo jauría "Alguien a quien amar"