jueves, 16 de marzo de 2023

Los árboles huelen a recuerdos (Metáforas de los árboles)

ATUESTA MINDIOLA, José. Metáforas de los árboles. Ediciones Alfarero. Valledupar 2010.

Hay libros que son una ventana siempre abierta a la memoria. Hay libros que son canto vivo, agua y río. Hay libros que son una copa de vino añejado con la nostalgia. Este libro, este poemario, contiene un poco de todo eso. La primera vez lo leí, en el ya lejano 2010, algunos poemas me abrazaron con olores y recuerdos. Lo que sigue a continuación, fue esa visión desencantada que tenía de la ciudad y la vida, pero maravillada por el descubrimiento de estas palabras.
He notado, no sé si por el cuento del bicentenario, que muchos buscan unas raíces perdidas. Pero puedo decir con claridad que ninguna celebración de bicentenario puede darme raíces, y no puede porque simplemente yo, al igual todos los que están en mi margen de edad, exploramos el mundo a través de una infame antena de Direc TV, o en folletines de suspense, o simplemente en Condorito.
En mi sofá está un libro verde, anoche lo leí, anoche no estaba enfermo, porque estuve enfermo con una tos que me hacía balancear de adelante hacia atrás. El libro se titula Metáforas de los árboles. Está escrito por José Atuesta Mindiola. El maestro Atuesta, valga decirlo, es docente de profesión y  poeta elección. El libro está autografiado en la primera página, la letra está cuidada y la firma denota años de ejercicio. Hay treinta y tres poemas. He obviado leer dos notas a modo de prólogos. Paso directo al primer poema. Monólogo de un árbol citadino, casi al terminar de leerlo, repaso dos líneas, Soy testigo: de la noche que avanza con el miedo,/ de transeúntes perdidos en sus sombra. Noto en estos versos las verdades de esos transeúntes, noto las soledades de las gente que camina por los callejones, me noto a mí observando el fluir de las hojas que caen de ese árbol.
La lectura del libro es muy rápida, son poemas cortos y sonoros. Aquí encuentro quizá un poco de esas raíces, mis raíces perdidas. Página 27: 'Elegía del palo de mango'. Mis recuerdos. La casa de la infancia. Leo que el árbol sangra blanco sus heridas como mostrando la ruta que el dolor todavía no ha recorrido. Tengo claro el olor que me recuerda. Hay mangos tirados, verdes y amarillos. Ya las flores han caído y llenan todo el patio. Recuerdo que mi mamá no barrerá, está trabajando y yo he de estar escuchando una emisora que no sintoniza bien. El árbol de mi recuerdo sangra.
Estoy volando a espacios y a momentos de mi pasado. Creo poder reconciliar esas raíces con la música que he puesto mientras continúo la lectura. Tom Waits canta, su voz resquebrajada, su letra desesperanzada, Chocolate Jesus, creo que estamos hechos de una amalgama de olores, sabores, también de cómic, de música que no está en nuestra lengua. Ya los fantasmas se han mudado de la oscuridad a las cadenas de correos electrónicos, las leyendas ya son urbanas y cuentan de maldiciones en cajas de MSN. Este libro me hace recordar las calles por las que camino a diario. Estos poemas son el equilibrio de una tierra muy llena de árboles pero ya muy agotada por un nuevo comienzo lleno de market.

Y sólo encuentro fragmentos/ de tu cuerpo y de tus sueños,/ y yo atrapada en los pilares desolados,/ estoy con lo poco que queda de mí. De 'Monólogo de una mujer después de un atentado'.




Este poemario está lleno de realidades, leo y veo carros, violencia, los que sufren la violencia, el tipo indiferente que mira, veo al victimario. Leo uno de estos poemas: 'Monólogo de una mujer después de un atentado'. Atuesta golpea con la última parte del poema. Y sólo encuentro fragmentos/ de tu cuerpo y de tus sueños,/ y yo atrapada en los pilares desolados,/ estoy con lo poco que queda de mí. Mi memoria está llena de algunas buenas cosas, de otras que no lo son tanto pero, este libro me hace recordar, y estoy convencido que esa es la tarea, que no se debe buscar donde ya todo es yermo sino, simplemente volver a los lugares felices, que son, casi siempre, los que están llenos de rincones en la casa materna con olores del patio. Porque somos un poco de todo, de Tv del domingo, de Coca-Cola, de música de este lado del mundo y de todas partes. Nos decimos libres e independientes, pero somos de todos los lugares. Estamos amarrados al piso y no hay salida. Ninguna.
Lea Metáforas de los árboles del maestro José Atuesta Mindiola.

[Recuperado del blog Grupo Jauría, publicada por primera vez en julio de 2010. Versión revisada y actualizada]

viernes, 19 de agosto de 2022

Diario de un procrastinador: No soy Cleón I


He configurado el equipo donde ahora tecleo estas palabras con el único objetivo de escribir mis ficciones. Es un equipo viejo que viene de descarte por mi esposa. Ella lo tira y yo lo tomo a modo de máquina de escribir. ¿Una máquina? Imagino que esa es una forma de sentirme rebelde. Y sí, pero es una forma muy anodina. Me gusta esa palabra, pues suena fácil: ANODINA. La cosa es que he tenido meses sin escribir algo decente (esto no es un intento de algo decente) por lo que decido escribir a la antigua y entonces tomo esta carcacha y le instalo la distro de Linux más liviana que encuentro y con ello instalo el procesador de texto más sencillo que encuentro y listo. Es un procesador sin menús ni distracciones adicionales. Solo un cursor palpitante (eso sí, con sonido de máquina de escribir al teclear para que se sienta de la vieja escuela, pantalla negra y las letras en verde neón. RIDÍCULO). La cuestión es que aun así es difícil que las cosas salgan con facilidad porque los pensamientos se atoran y el ruido en mi cabeza crece y crece. Sería más fácil si tuviera tiempo suficiente, pero no. Es que no soy Cleón I, emperador del imperio galáctico con mi clon perfectamente diseñado para cada etapa crucial de mi vida. Cuando leía la saga Fundación de Isaac Asimov me embriagaba de felicidad al encontrar un universo tan rico, tan basto y me asombraba que una misma persona pudiera escribir con tal nivel de dedicación y en tal cantidad. Esa forma de escribir era una meta inalcanzable pero siempre deseable para escritores noveles que como yo queríamos inundar las páginas con ciencia ficción. Ahora que Fundación (Apple TV+) llegó a la pantalla, no estoy seguro si las cosas salieron tal como lo esperaban los lectores (en los libros el asunto de Cleón no va por ahí y ningún personaje sobrevive más allá de lo humanamente posible). Pero algo sí es seguro, la serie contiene imágenes más grande que la vida misma y eso posibilita que nos creamos que sí existe un imperio que abarca todo lo ancho (?) de la galaxia. La serie no es fiel a los libros, está claro, pero han encontrado las formas precisas de anclar con hilos muy finos una historia inabarcable para la televisión y eso sí que emociona. Me gusta cuando alguien trata con tanto mimo su creación y se arriesga a no entrar en las dinámicas de la sobrecarga de la información, de la acción antes que la contemplación, de la brevedad de los planos y el ruido antes que el silencio. Será por eso que cuesta tanto concentrarse. Será por tanto ruido adentro y afuera. Mientras, el cursor palpita en el mismo verde neón y el sonido artificial de los tipos contra el papel (también artificial) tarda más en llegar. Sigo sentado y espero a que las ideas fluyan. Algo así como procrastinar como un ganador.

viernes, 17 de diciembre de 2021

Un universo ardiendo [Sobre La cacería de los perturbados de Carlos César Silva]

[SILVA, Carlos César. La cacería de los perturbados. Terrear Ediciones, 2021]

Un hombre mira a una mujer con lujuria. La mujer devuelve la mirada pero hay algo en ella, como el fuego, que puede destruirlo todo. El hombre que la mira es un detective con un pasado turbio y en esta tarde calurosa de Valledupar recibirá sorpresas, aunque ahora solo quiere perderse en el cuerpo de la mujer. A unas calles de ahí un niño mira a su hermana con los ojos sedientos de placer, su padre, un policía amante de la música y su folclor, no sabe qué hacer para complacer a su hija pero el niño nota que su padre también guarda secretos. Los dos la aman por igual y ya en la noche el asunto estará resuelto. En la calle, sobre la carrera cuarta, Humberto y Tatiana, dos desarrapados de la ciudad, quieren encontrar algo de dinero de la única forma que conocen. Vienen de tener sexo y es posible que se amen y sean el uno para el otro, pero a esta ciudad le importa muy poco el amor de los débiles. También allí cerca está Abelardo recibiendo nuevas noticias en un bar. El rencor de su infancia no es lo que pensaba y ahora su soberbia lo mantiene cegado, tiene adentro una granada por corazón a punto de estallar y quiere sacársela. Saldrá y conducirá hasta encontrar un lugar en el que el viento arrastre sus problemas. Y así, por estas calles va gente con un universo ardiendo en su interior, viviendo al filo, tropezando contra sus errores, sin esperanzas, hundidos.

La cacería de los perturbados (Terrear Ediciones, 2021), es la ópera prima del escritor Carlos César Silva. Este es un libro compuesto por trece cuentos en que los personajes van dejando su vida a pedazos y su ciudad, el paisaje, pareciera ser una forma de tortura. No debe ser casual que el espacio escogido para el desarrollo de todos los cuentos sea Valledupar, que aquí se muestra como una ciudad, selva, sin compasión. Ya Silva había dado cuenta de ello en una reciente entrevista previo al lanzamiento del libro en la que comentaba esa simbiosis entre ciudad y personajes:

Valledupar es el tipo que sale a robar en una moto, el sicario que deja viva a su víctima, el hijo que es despreciado por sus padres porque canta en una banda de rock, la mujer que es golpeada por su esposo, el policía corrupto que se emborracha con la música de Diomedes Díaz, el limpiavidrios venezolano que está aburrido de pasar hambre y el fiscal que confunde la venganza con la justicia. (“El verdadero arte altera el espíritu humano”. El Pilón, 8 de diciembre).
La simbiosis, claro, no es solo entre los personajes y su entorno, sino con el mismo ejercicio creativo del escritor. Carlos César Silva, que se formó en talleres de escritura creativa y  además es docente de derecho constitucional, mantiene en los trece cuentos una prosa ágil y clara, sin que esto vaya en desmedro de la calidad de los textos y manteniendo imágenes poéticas muy potentes. Por ejemplo, en 'Antes de abrir el telón', un cuento en que una pareja compuesta por un escritor y una actriz subvierten los límites entre ficción y realidad, y entre amor y violencia dando como resultado, en ambos casos, un mar de estremecedora furia: "Sí, Paula está pasándose de la raya. Anoche yo estaba en el estudio revisando las correcciones que Darío le hizo al guion de El semen de los dioses y Paula llegó desnuda, con la cabeza rapada y un bebé de juguete entre los brazos. “A diferencia de mí, Virginia siempre será tuya”, me dijo con una voz de borracha. Luego tiró al niño de plástico hacia un lado, me levantó de la silla, se arrodilló y me bajó la pantaloneta y el calzoncillo". (De 'Antes de abrir el telón', p. 33).

Si bien, buena parte del libro es un uppercut al optimismo, Silva cierra con un poco de aire fresco, quizá con algo de esperanza. En 'La osadía de los desdichados' se trae a cuento el multimillonario robo al Banco de la República de Valledupar y se le da una vuelta poética, ¿metaficcional?, y el autor se convierte entonces en personaje, los talleres de escritura creativa en los que participó sirven de motor de la ficción y los libros quedan, cómo no, como la única salida ante el caos. Y qué bien se siente eso.

En estos tiempos de corrección política es refrescante encontrar un libro como La cacería de los perturbados que, por encima de todo, privilegia las historias, el acto creativo, sabiéndose consciente de que los personajes solo deben ser fieles a su universo ficcional, así este universo esté ardiendo y a punto de estallar.
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Si no tiene este libro, hágase el favor y léalo ahorita antes de navidad. 

Puntos de venta:

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lunes, 15 de noviembre de 2021

Yo, Avant-Pop

Escribir para vivir. Escribir para morir. Escribir desde el filo. Escribir en la penumbra. Escribir como la nada. Escribir como el todo. Escribir y esperar la cuchillada final. Escribir sin pensar en el final. Escribir la cosa. Escribir y perderlo todo en el intento. Perderlo (casi) todo y ganar el destello de la lucidez. Ver la luz. Mutante. Transhumano. Hombre y animal. Hombre que sale de la caverna y salva el fuego. Animal cansado que corre detrás la presa. Ojos que ven por la ventana y encuentran el apocalipsis de afuera. El sepulcro de la posmodernidad. Cucarachas que bailan en el suelo radiactivo y miran al cielo. El silencio cósmico. Unos y ceros recorriendo los juguetes transmedia de los zombies enfermos de información. La larga y profunda simulación de la realidad. Hijos de aquel sueño perdido que se escapó entre las manos. Y nuestro nombre es Nadie. Y esto no es una declaración. Signos eclécticos de un tiempo nuevo.
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De la imagen: Hendrix por Moebius

lunes, 20 de julio de 2020

Tiquete ida y vuelta a la locura (Lecciones de Psiconáutica)

DAZA CASTILLO, Gian Carlos. Lecciones de Psiconáutica. 5 Esquinas Editores. Valledupar, 2009.

Leer Lecciones de Psiconáutica implica un esfuerzo del acucioso lector que se traduce en encontrar el tiempo disponible para tirarse en el sofá, tomarse una cerveza y dejarse llevar a espacios delirantes, excéntricos y fabulosos donde se puede encontrar a extranjeros, marihuanómanos y escritores fracasados, en suma, una ciudad colapsada por el deterioro mental de algunos habitantes y por el desprecio violento del resto.

Lecciones de Psiconáutica es la ópera prima del escritor Gian Carlos Daza Castillo. En ella se nos presenta al escritor Arturo Vidiarti mientras atraviesa un mar de dudas y alucinaciones. Mientras el personaje resuelve sus conflictos más que internos, conocemos las calles que lo rodean, una ciudad calurosa, Santos Reyes (una evidente abstracción mordaz de Valledupar), y las situaciones de un ser que quizá se equivocó de lugar y fecha de nacimiento. A medida que se avanza en la lectura se descubren momentos poéticos en la prosa del autor, mezclados con los deseos de una generación anhelante y deseosa de nuevos rumbos pero con el conocimiento certero de que nada de lo que haga mejorará su situación actual. 


Soy un caminante, caminando siembro dudas y huyo de holocaustos mientras germinan las amapolas de la desesperanza, soy un laberinto, quizá esté perdido ¿dónde están las alas que me liberarán de esta inmundicia? Sé que volar, sé que acercarse al cielo sobre donde otros deambulan como hormigas perdidas es mi salvación; pero ¿que vio Ícaro para pagar tan caro su insolencia? ¿qué verdad atómica descubrieron sus ojos? ¿acaso que este mundo es una ilusión? un sueño para pobres imbéciles
Vidiarti es un escritor joven y esquizofrénico, lector de libros de historia, filosofía y psiquiatría. Otros personajes, secundarios pero no por eso menos importantes, poseen una fuerza y personalidad definida que le dan a la vida de Vidiarti lo necesario para sentirse aturdido en una selva podrida, encementada y quieta. En la primera parte de Lecciones de Psiconáutica encontramos a Vidiarti en una clínica psiquiátrica, un lugar blanco, fofo y simple que lo agobia hasta llevarlo al delirio. Desde allí ilumina sus preocupaciones y su paso por Santos Reyes. 

Un punto central en la obra de Daza Castillo es la aparición de mujeres que, aunque están en casi todas sus páginas, son vistas con un prisma de lejanía. Quizá el único personaje femenino realmente cercano a Vidiarti es Mariana. Y es que ella es diferente a todos los seres extraños que habitan esa ciudad oscura, incluso diferente a las mujeres de Santos Reyes que parecen vivir solo para tomar café, fumar marihuana y acosar sexualmente a sus parejas. Mariana simplemente lo acompaña en silencio por los mares oscuros de la soledad y la locura: A mi lado duerme Mariana hoy no estoy solo; conozco cada centímetro de su piel, de sus vellos finos irguiéndose sobre cada poro de su cuerpo.

Lecciones de psiconáutica propone un estilo fluido, desestructurado y a ratos azaroso, que es práctico teniendo en cuenta que en buena parte del texto se utiliza un narrador en primera persona y este es un escritor con visibles problemas mentales, así que los capítulos son trastocados por los pensamientos de los personajes y crean así una aparente incongruencia en el contorno de la novela.

Lecciones de Psiconáutica contiene 12 páginas de aforismos agrupados en la sección Asuntos Humanos que no son más que la salida del mismo Vidiarti al mundo que no alcanza. Al final, la prosa de Daza Castillo se convierte en una rapsodia de rock al mejor estilo de un psicodélico Rammstein. En la entrada original invitaba a comprar y a leer Lecciones de Psiconáuticas, sin embargo, creo que eso ya es un imposible. Este libro está completamente descatalogado y, como la mayoría de las publicaciones independientes de este lugar del mundo, solo se encuentra en colecciones personales de algunos amigos. 

[Recuperado del blog Grupo Jauría, publicada en junio de 2010. Versión revisada y actualizada]

Si ya llegaron a este punto por favor no olviden dejar su comentario y así dejar marca de su paso por aquí. Eso siempre me alegra el día.

domingo, 12 de julio de 2020

La gente solo busca salvar su pellejo


Por estos días nos es muy difícil ser optimistas. Vivimos en un estado de histeria colectiva que nos mantiene al borde del colapso. Y lo que solía funcionar ya ha quedado como cosa vieja, así que muchos solo buscan mantenerse vivos un día más. A eso viene a cuento el título de esta entrada y de la conversación, a modo de entrevista que apareció este sábado pasado en el diario El Pilón, que sostuve con mi amigo escritor Carlos César Silva en torno a literatura y la reciente publicación de mi libro de cuentos ¿Dónde están los salvajes?. Aunque en la imagen se ve la frase entrecomillada y seguido mi nombre, esas no son estrictamente mis palabras sino las de un personaje del cuento que da título al libro. Dejo por aquí el apartado de referencia y más abajo el enlace para la lectura completa de la entrevista.

Martín, uno de tus personajes del cuento que da título al libro, dice: “El mundo se está yendo por el desbarrancadero y a nadie le importa. La gente solo busca salvarse el pellejo… vivir un día más”. ¿Esto es mero pesimismo o una realidad?

Carlos, el pesimismo puede ser una forma sosegada de ver el mundo. No esperas nada de nadie y te alegras con las sorpresas. Lo cierto es que si nos sentamos a ver noticias por al menos una hora, nuestra posición frente a la realidad no saldrá indemne. Allí hay motivos de sobra para ser pesimistas, pero me da confianza la ciencia y el poder que tenemos como especie para sobreponernos ante las adversidades. Ya creamos la penicilina, las vacunas, pisamos nuestra luna. En ese tipo de avances sí soy profundamente optimista.

Si ya llegaste a este punto por favor no olvides dejar tu comentario. Eso siempre me alegra. Ten un feliz fin de semana. 

jueves, 9 de julio de 2020

¿Dónde están los salvajes?

Esto es un anuncio: al fin, luego de vueltas y vueltas, me alegra mucho contarles que desde hace ya una semana está disponible mi primer libro de cuentos ¿Dónde están los salvajes? Esta ha sido toda una aventura en la que me he metido de la mano del poeta y fundador de Terrear Ediciones, William Jiménez, y con el apoyo de un montón de gente como mi amigo Carlos César Silva, a quien conocí hace ya algunos años en medio de talleres literarios y que para este proyecto leyó cada uno de los cuentos en su etapa inicial y con quien sostuve largas conversaciones telefónicas sobre la construcción de personajes, la eficacia de los títulos y toda esa filigrana que se desprende del arte de escribir cuentos. También conté con la invaluable ayuda de J. J. Junieles y Paul Brito, que cuando les conté del proyecto no dudaron en leer los textos y luego en escribir algunas palabras, tal vez demasiado elogiosas, que terminaron en la contratapa del libro. Y Tony Arévalo, que me sacó una fotografía para la solapa y que de seguro rondará por mis perfiles de redes sociales por mucho mucho tiempo.

Este libro es el producto de varios años de escritura y está formado por un conjunto de catorce cuentos que se fueron ordenando en torno a unas ideas que aún me inquietan lo suficiente como para arrebatarme el sueño en algunos días. Aunque son, valga decirlo, los temas de siempre: la muerte, la soledad, el dolor, el egoísmo, la venganza, la supervivencia. Todo esto en entornos disímiles. Hay cuentos con aura de western, otros rurales, un buen grupo andan entre lo urbano y el policial y otro par van de lo que más me ha apasionado siempre, la ciencia ficción.

Saben ustedes que, como en todo proyecto independiente, nos hemos mojado con casi todas las etapas que suponen la construcción de un libro: escribimos, corregimos, diseñamos, y así. Ahora tenemos un montón de cajas, hasta el alma de libros, que esperamos compartir con ustedes (por ahora solo en Colombia). Un punto aparte entre todo esto es que también nos salió un eBook que quedó súper chévere y que ya se encuentra disponible en Amazon. Ya les iré contando cómo avanza este proceso. 

Si ya llegaron hasta aquí, dejen su marca en los comentarios.

domingo, 21 de junio de 2020

El alma salvaje de nuestra sociedad

La memoria es siempre un territorio oscuro, neblinoso. Proyectamos en ella lo que fuimos o lo que creemos que fuimos. Es, al final, una idea eterna del regreso. Así que solo volvemos a ella con mesura disimulada, como buscando no despertar terribles dolores, olores, múltiples formas del miedo, porque solo mantenemos en la superficie lo que suponemos fue nuestra infancia feliz, nuestros buenos tiempos. En estos días, por motivos del lanzamiento de mi libro de cuentos (porque sí, por fin sale mi libro de cuentos titulado ¿Dónde están los salvajes?), conversé con mi amigo y editor de Terrear Ediciones, William Jiménez, sobre el proceso creativo, las primeras lecturas y la actualidad del sector. Así que volví a visitar momentos empolvados en mi cabeza a los que casi siempre prefiero pasarles por un costado. Así inició la conversación:
William Jiménez: Miguel, en primer lugar ¿podrías contarnos cómo fue ese primer encuentro con la literatura, describirnos cómo fue esa “epifanía estética”?

Miguel Barrios Payares: Quien diga que la infancia es una época feliz, necesita que le cuente unas cuantas cosas. Nací en un pueblo pequeño que estuvo a merced de la violencia por muchos años, así que en lo único en que podía concentrarme sin que mi mamá se descorazonara era ver televisión y leer los pocos libros que había en la casa y en la biblioteca municipal. Aunque la verdad me gustaba mucho más ver televisión. Sin embargo, la experiencia de estar entre los libros era diferente e íntima. De alguna forma sentía, o creía, que al leer esos libros viejos yo tenía acceso a cosas que nadie más conocía. Era como una suerte de cofradía muy personal. Así hasta que me encontré con una bella edición ilustrada de Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne. Allí hubo un deslumbramiento. No había visto en televisión ni leído en ninguna parte de alguien tan inteligente como el Capitán Nemo, ni de nadie más osado e impetuoso que Ned Land.
Denle un clic aquí para leer la entrevista completa publicada en Panorama Cultural.

Gracias por pasar, y si te parece bien, no te vayas sin dejar un comentario reportando tu visita. Eso siempre me alegra el día. 

viernes, 29 de mayo de 2020

Hombres en las estrellas vestidos para fiesta


A los dos tipos de esta imagen se les ve caminando uno detrás del otro en un corredor límpido que casi pareciera un decorado de un costoso set hollywodense, y ellos, vestidos con hermosos trajes futuristas, como salidos de una secuela de 2001 Odisea del espacio o de Interstellar. Ciencia ficción pura y dura. Sin embargo, son los astronautas Bob Behnken y Doug Hurley a punto de embarcarse en la Crew Dragon, a uno se le ve sonriendo y el otro tiene la mirada puesta en el horizonte en esta fotografía promocional del que se espera sea el primer viaje de una empresa privada en poner hombres en órbita. El despegue estaba programado para el día miércoles pero el mal clima hizo que se pospusiera para mañana sábado y tiene como destino la Estación Espacial Internacional en una misión de unos tres meses, aunque la misión de estos dos es lo que menos parece importarle a todo el mundo, o al menos a mí. El quid del asunto es que el espacio entre ciencia ficción y realidad se acorta cada vez más, y con ello nuestra forma de verla. Que estos trajes intravehiculares parezcan tan futuristas y que sin embargo sean parte de nuestro presente, nos lleva a una cuestión que para la literatura de ciencia ficción es fundamental. La ciencia ficción, concentrada inicialmente en los entresijos de la modificación de nuestras vidas por medio de la tecnología, ahora está volcada por completo a otros aspectos más mundanos y adopta preocupaciones sociales que fueron exploradas ampliamente por la novela negra (corran a ver The Expanse) y en donde ya no importa el decorado, pues Elon Musk se ha encargado de dárnoslo, sino la esencia de lo humano. Pues ahora, mientras más rápido se toca el cielo, más interesan los problemas de la tierra, la sal de la tierra. Y nosotros, simples mortales, vemos complacidos cómo los hombres alcanzan las estrellas vestidos a la moda.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Cuando la ficción nos alcanza: decisiones gubernamentales y La criba de Isaac Asimov

Las calles permanecen solitarias y silenciosas, aunque a veces se cuela el sonido de algún vallenato por la ventana. Apenas el fin de semana pasado se decretó una cuarentena nacional y todo el mundo se pregunta por qué solo hasta ahora se tomó esa decisión, si ya desde hacía un buen tiempo algunas voces alertaban de la urgencia de una medida como esta. Tal vez, solo tal vez, la razón tenga un poco que ver con que han entendido que un virus puede tocar a la puerta de quien sea, sin importar si se es presidente o no.

El curioso caso empezó así: hace unos pocos días se supo que un alcalde, que estuvo en contacto con el presidente, dio positivo por coronavirus. Al instante aparecieron sendas fotos del par en cuestión dándose abrazos y hablándose como amigos cercanos. De inmediato se prendieron las alarmas. El secretismo era absoluto pero algunos sabían que el asunto olía muy mal. De lejos se podía entrever el ambiente y las conversaciones en el palacio presidencial: algunos hablando de costado y cubriéndose los labios con las manos, uno que otro ministro sacándole el cuerpo al presidente, el presidente llorando solo en el baño durante largo rato. Todos con caras de circunstancias. Entonces sí, medidas gubernamentales que dividen al país. Pues aquí la cuestión no es solo mantenerse aislado, sino sobrevivir ese aislamiento. Nadie puede mantenerse en casa y a salvo si no tiene con qué comer. Y esto no es nada que no se nos haya contado en múltiples ficciones, así que estábamos avisados. En el cuento La criba de Isaac Asimov, publicado en el 1976 e incluido en el conjunto de cuentos El hombre bicentenario, se nos muestra un año 2005 con crisis de superpoblación, casi vencido por la hambruna y donde la lucha por la supervivencia de la humanidad la deciden los gobiernos, como ahora. Y solo dos bandos: los que pueden permitirse comer bien y los que están a punto de arrebatarte la comida de las manos, también como ahora. 


En La criba, Aaron Rodman es un científico que ha descubierto una lipoproteína capaz de abrir o cerrar membranas celulares según la composición bioquímica de cada individuo. Esto es, como lo hace saber el narrador, la mayor bendición para la salud humana desde que Pasteur elaboró la teoría de los gérmenes. Ante tamaño descubrimiento, el Gobierno primero le pide que no siga divulgando lo que sabe, luego lo toma prisionero y al final, le presiona para que utilice su descubrimiento como 'triaje' (palabreja que hemos comenzado a escuchar con mucha frecuencia en las noticias) entre los hambrientos del mundo. Y ahí el dilema: ¿matar (dejar morir) miles para salvar millones? También en Watchmen de Alan Moore se presenta una variante del dilema del tranvía: Ozymandias, por cuenta propia, decide sacrificar a millones de neoyorquinos con el fin de unir a las naciones y evitar una aniquilación vía guerra nuclear. En La criba, Rodman se niega a la solicitud de sus captores, pues entiende que su descubrimiento debería servir para entender el funcionamiento de la vida y no como un veneno, pero al mismo tiempo es amenazado por el presidente de la Organización Mundial de la Alimentación con quitar los bonos que garantizan la supervivencia de su familia. Igual, la vida de unos por la de otros.

En este cuento, como en la mayoría de los escritos por Asimov, hay vuelta de tuerca. Léanlo y comprobarán el tremendo final. Las distopías, por oscuras que parezcan, siempre brindan una luz de esperanza, a veces pequeña, a veces casi invisible, pero siempre presente. De momento nuestro futuro parece bastante oscuro, pero también aguardamos, como lectores voraces, la vuelta de tuerca, esa luz al final del túnel.


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Quisiera escribir sobre otras cosas pero este tema ha ocupado mis pensamientos casi por completo. 

lunes, 9 de marzo de 2020

Cuando la ficción nos alcanza: coronavirus y Ensayo sobre la ceguera

Julianne Moore
Este fin de semana el Ministerio de Salud confirmó, desde su perfil de Twitter, el primer caso de covid-19 en el país. En el comunicado se lee que "El país se prepara desde hace más de ocho semanas para enfrentar la llegada del nuevo coronavirus COVID-19". Hasta ahí todo muy bien. La viva imagen de un gobierno preocupado por el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, al echar la mirada a esas semanas a las que se refiere el comunicado, un viento helado me recorre la espalda. La cosa fue más o menos así. Primero, cuando el resto de los países procuraban sacar a los suyos de Wuhan, aquí la Cancillería contemplaba la posibilidad de rifar siete cupos entre catorce colombianos. Al final rectificaron pero ya el asunto no olía bien. Luego, se armó un innecesario show con avión de la Fuerza Aérea y todo, pero el famoso avión se quedó varado por varios días en Seúl. Lo más insólito fue que se eligió un centro deportivo para la cuarentena de los pasajeros y la tripulación al regresar al país. En Ensayo sobre la ceguera de José Saramago sucede algo más o menos similar. En la ficción, un gobierno aturdido ante una epidemia de ceguera que ataca sin previo aviso, decide recluir a los enfermos en un manicomio abandonado y no, como se esperaría, en un centro hospitalario donde se garantizarían estándares mínimos de salubridad. Los enfermos son llevados a fuerza de cañón y dejados allí a la buena de dios. Con el pasar de los días, llegan más enfermos y el lugar se convierte en un pequeño infierno. Aquí la situación no es ni de lejos tan dantesca, pero sí causa curiosidad que se escoja un lugar que a las claras no es apto para contener un virus que parece esparcirse con mucha facilidad. Y causa, ahora sí, un poco de miedo, que a la primera se desate el caos a causa de una tubería rota. Ahora que ya está confirmado el primer caso de covid-19 ¿qué seguirá?, ¿si hay muchos contagiados, dónde serán recluidos?, ¿serán llevados a ese mismo centro deportivo?, ¿serán dejados a su suerte por un sistema de salud colapsado desde el principio? En la ficción del portugués la epidemia de ceguera desaparece por sí sola luego de sacar a flote lo peor de la humanidad y de dejar devastada la ciudad. Aquí, al menos por ahora, el panorama es más que incierto. Ya el asunto no parece macondiano como suele suceder en este país, sino de ciencia ficción y distopías.
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Imagen: Blindness, 2008. IMDb

viernes, 22 de marzo de 2019

Más que polvo

Llevo una camiseta azul en la que se lee Free en la parte superior. En la parte inferior está escrito otro texto que no se alcanza a ver pero que de seguro va sobre vivir la vida al máximo y nos invita a pensar que somos el centro de todo y que estamos hechos de polvo de estrellas. Al fondo, unos metros por debajo, está una calle repleta de gente indiferente que va de un lado a otro con la vista fija en quién sabe qué, y de muchas putas venidas de todos los rincones del mundo para ofrecer sus sexos a turistas y a desesperados. En la ciudad debe haber alguna celebración importante porque no muy lejos se nota el brillo del estallido de fuegos artificiales y se siente, apenas un poco, la onda que hace vibrar la mesa. Presionas el botón de la cámara y ahora me convierto en recuerdo, en lo que veré, verás, y tiempo después no sabremos de qué iba esta conversación ni la razón por la que en esa fotografía me veo enarcando un poco los labios como si se me hiciera difícil sonreír o a punto de decir algo más o menos trascendental. Del otro lado estás tú, nena, observas al yo de la pantalla y pareces satisfecha, tomas un trago de tu cerveza al tiempo que una anciana nos interrumpe, nos ofrece una caja de chicles pero la despides sin contemplación. Estamos en un lugar en el que no deben estar ni ancianos ni niños ni gente con muchas esperanzas aunque sí hay parejas en la pista de baile y parecen felices, créeme que lo parecen. Bajamos a la calle y la brisa nos da de frente. Caminamos de regreso a nuestro cuartucho de hotel y al adentrarnos en las calles nos hacemos parte del caldo de la noche. Una puta nos sonríe y pasa de largo, se imagina, me imagino, a ella misma en una noche de brisa fresca tomada de la mano de alguien, enamorada y sin los ajetreos de los reflectores. La calle bulle de olores y colores y no faltará mucho tiempo para que vuelvas sobre la fotografía y decidas no descartarla intentando evitar que el recuerdo se haga más recuerdo y tiempo y olvido, esperando, deseando que seamos más que polvo.

Imagen: Mad Dog Jones

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Los días oscuros


Había algo en las ficciones distópicas que siempre, a mi modo de ver, parecía no cuadrar. Por lo general en este tipo de historias, un hecho ocurrido en un pasado reciente rompe la línea temporal que conocemos y, de ahí en adelante, el presente se convierte en un caldo de cultivo para gobiernos tiránicos, altas dosis de represión, pueblos silenciosos y días oscuros que resquebrajan el alma. Una atmósfera idéntica a la que se respira en la serie original de Hulu The Handmaid's Tale que vi casi de un tirón hace apenas unos días. Pero, luego de cada episodio, quería pensar que algo así sería imposible debido a que, como en todas estas ficciones, transcurre muy poco tiempo entre los eventos contados y los que desencadenan la narración. En la ficción, basada en una novela homónima de Margaret Atwood de 1985, hay un cambio en el sistema de gobierno y luego, lo que se supone que es una democracia saludable, se convierte sin apuros en un régimen teocrático totalitario que utiliza a sus ciudadanos, especialmente a las mujeres, como simples objetos para fines aparentemente superiores, y de ñapa, todo ello bajo la excusa de la defensa de la moral, las buenas costumbres y la religión. La cuestión, y de allí venía mi malestar, es que en la serie de Hulu el cambio de un sistema a otro se da en muy pocos años, tanto que los protagonistas notan esos cambios y a pesar de ello parecen desinteresados en el asunto. Así que ¿cómo un grupo político o religioso lograría cambiar el sistema de pensamientos de toda una sociedad en tan poco tiempo? Visto así, en blanco y negro, The Handmaid's Tale es completamente inverosímil. Sin embargo, la realidad lanza un ladrillo y, como siempre, atina en mi cabeza. Apenas salgo a la calle veo una gigantesca valla publicitaria, pagada por el gobierno municipal, que reza: "La familia es lo primero". Los engranajes de dentro de mi cabeza, aún desajustados por el golpe, chirrían y allí mismo recuerdo que los partidarios del NO en el plebiscito sobre los acuerdos de paz de Colombia en 2016 eran principalmente pastores-políticos evangélicos que aducían que los acuerdos incluían "ideología de género" y decretos homosexualizadores que destruirían la infancia y la educación. El NO ganó el plebiscito y con el mismo impulso se conformó el nuevo gobierno. Ahora es normal ver en las noticias que desde el Senado se promueva la creación de un Ministerio de la Familia al tiempo que se decreta el decomiso de cualquier dosis personal de droga para, según sus promotores, "repeler a los jíbaros que quieren acabar con la infancia". Y si por aquí llueve, en casa de los vecinos no escampa. Brasil eligió un presidente de derecha, controversial por decir lo menos, que curiosamente realizó su primer acto público, luego de ganar la presidencia, en una iglesia cristiana. Y claro, la bancada evangélica ya solicita la eliminación de los ministerios de cultura, ciencia y tecnología además de promover, igual que acá, el Ministerio de la Familia. Lo dicho: tiempos oscuros que humedecen los huesos y los sueños y, a pesar de todo, a la gente le interesa muy poco el asunto.
*No está de más decir que The Handmaid's Tale es un serie exquisita desde donde se le mire y que ya se ha anunciado una tercera temporada para el próximo año. Así que échale un ojo a las dos temporadas disponibles. Por otra parte, Si te han quedado ánimos, puedes comentar esta entrada y hasta compartirla. Nos seguimos leyendo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Preguntas y respuestas en La Cueva por Colombia 8

Los días son cada vez más oscuros y la gente cada vez más desalmada. Eso parecería ser bueno para quien, de vez en cuando, escribe distopías postapocalípticas, pero una cosa es crearla en el papel y otra, muy distinta, sentir que no estamos nada lejos de eso. El escritor alimenta sus pasiones y sus miedos y los trasmite en modo de ficciones y al final, espera que todo el asunto se quede ahí. Este mundo patas arriba pasa susurrando por nuestras ventanas con un vaho infernal. Basta con cliquear en un portal de noticias para sentirnos desahuciados. Encontramos, por ejemplo, que un par de tipos con cortes de pelos ridículos se amenazan con lanzarse bombas nucleares o peor, por estos días la gente cree siempre tener ‘la razón’ y eso sí que es peligroso. Hasta eligen presidentes con sombras en sus espaldas y pasados, por lo menos, cuestionables. Eso sí, por el bien de nuestra salud mental, aún existen los libros, el cine, el amor, la cerveza. Esas buenas cosas nos mantienen en pie y nos ayudan a no desmoronarnos. Pues bien, de eso va la entrada de hoy. Hace poco recibí los libros de Cuentos de La Cueva por Colombia 8 (un proyecto que reúne a escritores, artistas plásticos y estudiantes de colegios públicos en torno a la literatura) en donde aparece cuento mío titulado Motel: vía al mar, que está entre mis cuentos favoritos, debo decir, y además aparece acompañado con una ilustración bellísima. En ese libro también contesté un cuestionario a modo de entrevista sobre el oficio de escribir cuentos que les dejo a renglón seguido. El cuento, cuando esté colgado en Grupo Jauría, lo enlazaré por aquí.

miércoles, 30 de mayo de 2018

'Margarita' un cuento en El Narratorio Digital

Siempre que intento seguir un plan de escritura organizado y metódico, los dioses del desorden invaden mi espacio y el plan queda reducido a recuerdos (hace poco escribí unas líneas sobre la procrastinación que explican, más o menos, lo que pasa en uno de estos días). Todo va bien por un tiempo, y entonces se atraviesa algo que daña la rutina y hasta ahí. Siempre pasa, así que ya sé como actuar. Sigo un plan que nunca me falla: hago tanto como puedo cuando tengo fuerzas suficientes y después suelo desentenderme del asunto hasta nuevo aviso (el aviso a veces llega y a veces no). No es ni lo mejor, ni lo más bonito y tampoco se puede decir que funcione porque esa forma de trabajo tiene su regusto azaroso, pero es lo que hay. Esa es la forma en que el 'sistema' me permite trabajar en mi escritura. Así he logrado escribir un buen número de cuentos que bien podrían merecer la pena,vaya uno a saber. Pero algunos de ellos han terminado colados en uno que otro concurso y otros, en revistas y antologías.

Desde el El Narratorio Antología Literaria Digital se incluyó uno de mis cuentos, ya publicado en una antología de autores del caribe colombiano en 2015 y que se puede leer aquí, en la edición del mes de mayo de este año. El cuento se titula 'Margarita' y el inicio va así:
Estoy de pie, a su lado. El bus se marcha y crea una especie de neblina en la calle, la única neblina con la que podré soñar; aquí no hay nieve, no hay historias románticas y nadie nunca jamás bailará bajo la lluvia. Ella no sabe mi nombre, el suyo es Margarita. Caminamos durante un rato, Margarita se mueve como si estuviéramos enamorados. El cielo se rompe, primero las raíces plateadas y luego el sonido seco. Lloverá, dice.
Dale un clic aquí para echarle un ojo a la publicación que, no está de más decirlo, recoge muy buenos textos de autores de la mayoría de países de Latinoamérica.

Gracias por pasar. Puedes comentar y compartir, eso siempre me alegra el día.

sábado, 5 de mayo de 2018

Los recomendados de Philip K. Dick en el cine

Quien me conoce o se ha paseado por este blog, sabe de sobra de mi debilidad declarada por la obra de Philip K. Dick. Es muy fácil sentir apego por una obra que nos ha dado tanto a los amantes de la ciencia ficción sin que muchas veces nos demos por enterados. Y no es un deslumbramiento idealizado de un autor, sino la construcción a punta de años de lecturas y visionados en versiones que si bien se han alejado de sus originales, siguen guardando el espíritu rebelde y paranoico del autor.

Esta brevísima lista (la filmografía que incluye obras de este autor es muy amplia) está conformada por esas novelas y cuentos de Dick que han sido llevadas al cine y que nosotros vimos en la T.V. sin saber de dónde venían, pues Philip Dick es más que la versión de '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' llevada al cine por Ridley Scott. Así que esta lista, subjetiva por mucho, constituye un pequeño viaje a las obras que me inspiraron a escribir lo que escribo. No intenté ordenar de mejor a peor ni nada parecido, solo ordenadas por estricto orden de aparición en cartelera.

jueves, 26 de abril de 2018

Fundación: el Imperio Galáctico nos saluda

Los sueños le llevan mucha ventaja a nuestras manos. Sucede a veces que la imaginación es tan poderosa, que las ideas burbujeantes en la mente necesitan años para convertirse en imágenes. A veces solo basta con pinceladas de palabras en los libros, pero a veces no es suficiente. Hace unos días me encontré con la noticia de que Apple invertirá en contenido propio de lo que será su apuesta por morder una tajada de la transmisión por streaming, y lo intentará en grande. Tiene asignado, para este año, la nada despreciable suma de mil millones de dólares. ¿Y el proyecto estrella? pues 'Fundación' de Isaac Asimov. Hace unos años ya la Warner Bros., Sony Pictures y la ahora omnipotente HBO se hicieron con los derechos de esta saga de libros pero abandonaron el barco al notarse sobrepasados por los requerimientos técnicos necesarios para llevarla a buen puerto. ¿Cómo podrían, hace unos años, construir un universo de ciencia ficción tan grande, con tantos personajes y con tantos saltos temporales? Solo hasta la llegada de series como Game of Thrones eso se creía imposible, y sin embargo, como yo lo veo, el universo creado por Asimov es mucho más ambicioso que el construido por George R. R. Martin. Lo bueno es que ahora estamos en una edad de oro para las producciones seriadas donde lo que se sueña es enteramente posible, donde los presupuestos son astronómicos y el público es global. Una serie como Fundación podría ser, de hacerse bien, el inicio de una nueva forma de ver la ciencia ficción en una pantalla. Imagino que Fundación se vería algo así como Altered Carbon (ese monstruo creado por Netflix y en el que luego nos detendremos con la calma necesaria) mezclada con lo mejor de la Star Trek de J.J. Abrams pero con siglos de continuidad en la historia. Ya veremos cómo, desde lo lejos, el Imperio Galáctico nos saluda.

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Imagen: Ciudad

miércoles, 18 de abril de 2018

Nena Modigliani (Parte II)

Ahora, antes que el planeta explote, debería decirte unas cuantas cosas. No cosas normales de esas que se van por las orillas, como siempre, como se van todos y continúan con sus infames monólogos sin escuchar a los demás, sin parar la lengua ni limpiarse los oídos. Cosas serias, duras, como las que se guardan y se dicen antes de la guerra. Ahora, cuando las calles y las almas son más frías, debería tenerte al lado para cantar y bailar una de esas canciones de amor. Para que los días se hagan más livianos y así aguantar cada grito, cada herida sin arrugar los ojos. Ahora que llueve y la lluvia hace espejos en el piso y veo mi rostro pálido y alargado, ahora que el suelo está frío y los olores son más olores, húmedos y puros. Ahora debería iniciar nuestra conversación muy a mi estilo de conversación-estilo-libre y mandarte "y tú qué tal" y verte guardar silencio mientras tomas el resto de tu cerveza y caminas por el lugar y cantas esa canción de Pink Floyd que nos recuerda al infierno y arrojas la lata contra el piso y recitas ese bello poema de Bukowski que dice eso de que el amor es un perro del..

Nena, estamos aquí en las orillas de la tierra, en los bordes de la civilización, y somos los televidentes de la estupidez planetaria y no hay más por hacer. Pero debemos guardar un abrazo para los días malos y unos tantos más para los días normales, para esos días en los que es más fácil aligerar el paso y regalar sonrisas, para esos días en que es más sencillo soportar la mierda del mundo.

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miércoles, 11 de abril de 2018

Solitarios corazones (en días cyberpunk)

Hemos aceptado, en medio del desconcierto, que somos una generación solitaria. Lo que antes pensábamos nos daría paz y nos convertiría en una aldea global terminó aislándonos y nuestros sueños, como los de las generaciones pasadas, también se fueron por la alcantarilla. La edad de oro de la ciencia ficción imaginó la salvación en estos avances de la ciencia, en una visión benigna del futuro que ofrecía grandes dosis de esperanza. En la serie de los robots de Isaac Asimov, por ejemplo, los androides estaban equipados con cerebros positrónicos, capacidades superiores a las de cualquier humano y regidos por leyes simples que ordenaban sus acciones y por tanto los hacían libres de la indecisión que a nosotros nos pesa. Los robots eran dedicados a resolver problemas complejos, a colonizar planetas y preparar el terreno para los humanos, pura felicidad. Y en el peor de los casos, cuando aparecía un atisbo de humanidad en ellos, eran desechados o descartados como en el cuento 'El asesino' de Stephen King en el que un pobre androide despierta sin conocer su lugar en el mundo y al intentar averiguar qué pasa, es borrado del mapa. Solo tipos como Philip K. Dick (creador de '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' que luego sería llevada genialmente al cine por Ridley Scott bajo el título de Blade Runner), William Gibson y su combo notaron que la cotidianidad arropada por la ciencia ficción sería mucho menos utópica de lo que esperaban los clásicos. Y sí, los usos para los androides serían también más humanos y primarios. Esta generación que pide desesperadamente algo de compañía en un afán por no descubrirse sola, ha tomado la ciencia ficción y la ha convertido en bizarra cotidianidad. Los japoneses, que son los primeros en probarlo todo, han sido pioneros en la distribución de androides de compañía (léase juguetes sexuales) que ya pueden conversar, responden al tacto y además, simulan orgasmos. No sé si da más miedo el sonido que producen los movimientos en las articulaciones de estos androides o la negativa de los compradores por buscar compañía humana, ahora cuando todavía se puede. Bienvenidos al presente.


No olviden comentar y compartir esta entrada. Eso me gustaría muchísimo.

P.D.: Dos de mis cuentos de robots, que vienen muy bien con el tema, fueron publicados hace algunos años en varias antologías y recogidos en el blog Grupo Jauría. Por si les apetece, aquí les dejo los enlaces: X-200W y Manual para armar a Cecilia.
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miércoles, 4 de abril de 2018

Diario de un procrastinador: Soñar como Lenny Nero

Desde la cómoda posición de mi sofá veo la intermitencia del cursor en la pantalla. Desde hace algún rato decidí sentarme a escribir pero aún no logro las palabras correctas en mi mente, porque primero van en la cabeza y luego en la pantalla, pues lo que no se tiene en la cabeza no se tiene en ninguna otra parte. Ya es tarde en la noche pero no me levanto a escribir a sabiendas de que si lo pospongo apenas unos minutos más, las letras de hoy quedarán para mañana o para quién sabe cuándo. De momento, me creo Lenny Nero buscando recuerdos medio olvidados o intentando, simplemente, pasar el rato. Me convencí de escribir ciencia ficción desde que vi las primeras escenas de 'Días extraños'. Eso que estaba en la pantalla lo quería para mí. Cada fibra, cada momento. No sabía yo que todo eso necesitaba una alta dosis de talento y otras cosas más, pero lo quería. Con Lenny aprendí qué eran los antihéroes antes de saber algo de antihéroes, encontré allí la hermosa y caótica estética cyberpunk tan lejana del polvo de mis recuerdos de adolescencia. Lenny Nero era el tipo duro que intentaba salvar a la chica en medio del apocalípsis del fin de año, del temido 2000. En ese momento supe que quería 'protas' que fueran duros, que salvaran a sus chicas, y bien si llevaban cables conectados al cuerpo, mejor si eran hackers desarrapados y muchísimo mejor si habitaban en la neblinosa zona de lo incorrecto. Y así lo intento, cuando puedo escribo y golpeo fuerte el teclado, aunque siempre exista una idea que va volando azarosamente en mi cabeza y me distraiga, como si reviviera un recuerdo implantado. Las distopías del cine han cambiado desde que vi a un expolicía venido a menos intentar salvar a la chica, pero las personas y las emociones son las mismas. En Días extraños los dealers negociaban clips, unos pequeños discos con recuerdos y emociones en primera persona que hacían felices a los desposeídos, a los adictos. Hoy la gente se saca fotos para Instagram y recibe likes. Nada ha cambiado.
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Tengo ya, en modo de borrador fumable, mi novelita cyberpunk. Ese proyecto que por años durmió el sueño de los justos. Las primeras líneas las puse en un blog por allá en 2011 y apenas hoy lo veo resuelto. Pero sí, para quien la recuerde, Desde el infierno, con amor ya está lista.

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Imagen: Vía ÁreaVisual