jueves, 16 de marzo de 2023

Los árboles huelen a recuerdos (Metáforas de los árboles)

ATUESTA MINDIOLA, José. Metáforas de los árboles. Ediciones Alfarero. Valledupar 2010.

Hay libros que son una ventana siempre abierta a la memoria. Hay libros que son canto vivo, agua y río. Hay libros que son una copa de vino añejado con la nostalgia. Este libro, este poemario, contiene un poco de todo eso. La primera vez lo leí, en el ya lejano 2010, algunos poemas me abrazaron con olores y recuerdos. Lo que sigue a continuación, fue esa visión desencantada que tenía de la ciudad y la vida, pero maravillada por el descubrimiento de estas palabras.
He notado, no sé si por el cuento del bicentenario, que muchos buscan unas raíces perdidas. Pero puedo decir con claridad que ninguna celebración de bicentenario puede darme raíces, y no puede porque simplemente yo, al igual todos los que están en mi margen de edad, exploramos el mundo a través de una infame antena de Direc TV, o en folletines de suspense, o simplemente en Condorito.
En mi sofá está un libro verde, anoche lo leí, anoche no estaba enfermo, porque estuve enfermo con una tos que me hacía balancear de adelante hacia atrás. El libro se titula Metáforas de los árboles. Está escrito por José Atuesta Mindiola. El maestro Atuesta, valga decirlo, es docente de profesión y  poeta elección. El libro está autografiado en la primera página, la letra está cuidada y la firma denota años de ejercicio. Hay treinta y tres poemas. He obviado leer dos notas a modo de prólogos. Paso directo al primer poema. Monólogo de un árbol citadino, casi al terminar de leerlo, repaso dos líneas, Soy testigo: de la noche que avanza con el miedo,/ de transeúntes perdidos en sus sombra. Noto en estos versos las verdades de esos transeúntes, noto las soledades de las gente que camina por los callejones, me noto a mí observando el fluir de las hojas que caen de ese árbol.
La lectura del libro es muy rápida, son poemas cortos y sonoros. Aquí encuentro quizá un poco de esas raíces, mis raíces perdidas. Página 27: 'Elegía del palo de mango'. Mis recuerdos. La casa de la infancia. Leo que el árbol sangra blanco sus heridas como mostrando la ruta que el dolor todavía no ha recorrido. Tengo claro el olor que me recuerda. Hay mangos tirados, verdes y amarillos. Ya las flores han caído y llenan todo el patio. Recuerdo que mi mamá no barrerá, está trabajando y yo he de estar escuchando una emisora que no sintoniza bien. El árbol de mi recuerdo sangra.
Estoy volando a espacios y a momentos de mi pasado. Creo poder reconciliar esas raíces con la música que he puesto mientras continúo la lectura. Tom Waits canta, su voz resquebrajada, su letra desesperanzada, Chocolate Jesus, creo que estamos hechos de una amalgama de olores, sabores, también de cómic, de música que no está en nuestra lengua. Ya los fantasmas se han mudado de la oscuridad a las cadenas de correos electrónicos, las leyendas ya son urbanas y cuentan de maldiciones en cajas de MSN. Este libro me hace recordar las calles por las que camino a diario. Estos poemas son el equilibrio de una tierra muy llena de árboles pero ya muy agotada por un nuevo comienzo lleno de market.

Y sólo encuentro fragmentos/ de tu cuerpo y de tus sueños,/ y yo atrapada en los pilares desolados,/ estoy con lo poco que queda de mí. De 'Monólogo de una mujer después de un atentado'.




Este poemario está lleno de realidades, leo y veo carros, violencia, los que sufren la violencia, el tipo indiferente que mira, veo al victimario. Leo uno de estos poemas: 'Monólogo de una mujer después de un atentado'. Atuesta golpea con la última parte del poema. Y sólo encuentro fragmentos/ de tu cuerpo y de tus sueños,/ y yo atrapada en los pilares desolados,/ estoy con lo poco que queda de mí. Mi memoria está llena de algunas buenas cosas, de otras que no lo son tanto pero, este libro me hace recordar, y estoy convencido que esa es la tarea, que no se debe buscar donde ya todo es yermo sino, simplemente volver a los lugares felices, que son, casi siempre, los que están llenos de rincones en la casa materna con olores del patio. Porque somos un poco de todo, de Tv del domingo, de Coca-Cola, de música de este lado del mundo y de todas partes. Nos decimos libres e independientes, pero somos de todos los lugares. Estamos amarrados al piso y no hay salida. Ninguna.
Lea Metáforas de los árboles del maestro José Atuesta Mindiola.

[Recuperado del blog Grupo Jauría, publicada por primera vez en julio de 2010. Versión revisada y actualizada]