miércoles, 20 de diciembre de 2023

Mirar por la ventana (Parte II)

A veces te siento, volteo y es solo el chirrear del ventilador. A veces escucho los rumores de tu voz, de la voz perdida, el olor límpido de las conversaciones. A veces, solo a veces, siento la paz de esos sonidos que trae aquella música de piedra. A veces los fantasmas me visitan y me dicen en susurros «Hey, hombre, los días pasan y la gente se vuelve de papel, axiomas de alguna forma de felicidad». Esta habitación es fría y mis manos parecen de sal, tímidas ante el agua, pero brillantes y fuertes ante el viento que oxida el espíritu. Solo consigo acercarme a la ventana y ver el apocalipsis, la bulla y solo me queda esa sensación de no pertenecer, porque no soy un cowboy desarrapado que escapa de los malos, que canta, huye, pero que al final lo espera un Cadillac y una rubia, porque no soy Nicky Tesco alejándose, con cara de felicidad, hacia cualquier parte mientras bebe Coca-Cola. Aunque a veces soy Dios, creador y dictador de mundos, la voz. Pero, casi siempre, ya lo sabes, soy solo un niño que espera el abrazo, que teme la palabra, que tiembla ante la certeza del contacto y aguarda con la mano extendida ante la noche. Soy el aliento empañado en el cristal. Afuera la noche grita «Sue, crybaby, la tristeza es un río indescifrable y mañana será un día peor, así que navega tu suerte y mal vive las penas con la frente en alto». Adentro la oscuridad reza por el silencio. Adentro, al menos, no destella la noche. Adentro solo levita la calma. Te he dicho, cuando intento esta forma de conversación-muy-estilo-libre, que espero las respuestas como en un walkie talkie de tonos especiales. Aprietas el botón, tiras las palabras, un “Ok”, y esperas, durante todo el tiempo que sea necesario, cualquier cosa, un “Todo bien”, una forma de señal de humo. Pero también sé, y la certidumbre es un castigo inmisericorde, que es muy probable que no levantes esa bocina, que no enciendas ese fuego.

martes, 5 de diciembre de 2023

¿Cargaremos con ese peso?

Somos ese hombre alto y delgado que camina escaleras abajo. Con una mano nos tomamos del abdomen mientras miramos a nuestros perseguidores, con la otra mano les apuntamos, como si lleváramos una pistola imaginaria. Disparamos y caemos. Es el final, un final. Antes de eso vemos a la muerte a los ojos, que lleva la figura de un antiguo colega y amigo. Sabemos que no hay vuelta atrás, pero continuamos. Lo hacemos por Julia, cómo no. Julia ha muerto. Ese es el verdadero final, porque, ¿qué hay de alguien que ha vivido en el pasado sin saber si volverá a ver un rostro, ese rostro, y cuando lo encuentra lo pierde definitivamente? ¿Qué es de una persona que no sueña? ¿Qué es de un vaquero que no sabe si está vivo? Pero un día, cuando creíamos que otra cosa era posible, existió el sueño del escape. Julia propuso que otra vida era posible, que podíamos mudarnos de planeta, que podíamos ser felices aunque la idea fuera solo el sueño de unos desesperados. Somos Spike Spiegel, cazarrecompensas espacial, fumador, bebedor, perdedor nato, hombre taciturno sin pasado ni presente. Y solo atinamos a preguntarnos si cargaremos eso, lo que no tiene nombre y es inconfesable. Si cargaremos con los sueños que se ahogaron en la garganta y las decisiones que se van por el caño en medio de la lluvia. Mientras, vagamos por el espacio con las heridas abiertas, intentando no ser solo esa estrella que se apaga, el fundido infinito a negro. Entonces, el desprevenido de turno pregunta si sí estamos hablando de vaqueros espaciales.

Cowboy Bebop es una serie de anime dirigida por Shinichiro Watanabe estrenada en 1998. Está ambientada en un futuro 2071 del que Marte es el poblado más grande de la civilización humana. Cuenta la historia de un ecléctico grupo de cazarrecompensas que viajan por las colonias del sistema solar a bordo de la Bebop, una nave tipo carguero convertida en el centro de operaciones del grupo. La serie explora temas como la soledad, el peso de las decisiones y la influencia del pasado en nuestro presente. Cuenta con 26 episodios, una película y una versión live action producida por Netflix. El texto de arriba reflexiona sobre el final de la serie, concentrándose en los últimos dos episodios.

sábado, 25 de noviembre de 2023

Mirar por la ventana (Parte I)

Te has ido y contigo la posibilidad de cualquier escape. No es que me falten fuerzas, pero afuera cae la garúa radioactiva que empaña las ventanas y humedece los callejones y lo hace todo más neón y así es imposible amarrar dos pensamientos. Intento esta conversación-muy-estilo-libre, pero las moscas se pasean por la mesa y el lavaplatos y hacen de la música del tocadiscos un espectáculo lamentable. Te has ido y los vapores del aliento golpean las paredes y el eco solo dice «Sue, el desgraciado, no había ninguna posibilidad de que salieras vivo de esto, de que salieras indemne de la Venecia celeste». Ya sabes, lo decía ese pez rabioso que es Moebius: «Lo fascinante no es el hundimiento de tanta belleza, sino el peligro de que se hunda». Los ecos del pensamiento pueden llegar hasta la puerta de Tannhäuser, pero el hálito de la ciudad humedece los sueños y nuestras vibraciones se pierden en la traducción. Te has ido, nena, y contigo esa música de los días, esos olores que son la memoria del tiempo. Y no soy Jarvis Cocker luego de Pulp, y claro que no soy Jarvis Cocker en I never said I was deep, a lo sumo llegaría hasta Nancy Sinatra en My baby shot me down, pero prefiero el tic tac, tic tac, tic tac de ese cursor que brilla a lo lejos. Y esta música que parece raspar el tiempo y aletea en susurros solo dice «Sue, el marginal, nuestro dios castiga a los esperanzados y tú no eres una bestia pop, tú debes pagar el precio». Afuera sigue lloviendo y la ciudad bulle en sus colores de coral. Si vieras a lo lejos, sí, son muchachas que saludan desde zepelines de cristal.



martes, 21 de noviembre de 2023

Sobre «Como el cielo después de llover» en Topos Cineclub

Hay un padre para todos: uno ausente, uno lejano, uno feliz que da lecciones amorosas, luego uno aún más ausente y otro más despiadado e incluso feroz. Nuestros primeros recuerdos, los de la infancia, están siempre vinculados a la figura de autoridad mítica de ese hombre/nombre, y cómo no. Somos la construcción de sus fuerzas, de la falta de ellas, de la experiencia atrapada con manos desnudas y de ese sin saber que es el mundo al que estamos expuestos. Somos el resultado de ese papel para el que no se prepara a nadie y del que nadie resulta ganador. Con razón tantas cartas al padre, con razón la desazón al contemplar la figura opacada cuando se abandona la infancia. Mercedes Gaviria presenta una más que interesante reflexión sobre ese y otros tantos asuntos en Como el cielo después de llover (2020). En este documental, de poco más de una hora de duración, la autora recobra sus memorias de infancia, a través de grabaciones caseras, y las pone a contraluz con su yo presente, esa persona que ahora puede ver desde una distancia perfecta los pilares que formaron la persona en que se convirtió. He escrito una breve reseña sobre este documental en Topos Cineclub. Pueden pasar si les interesa o si les pica un poco la curiosidad. El robot contador de visitas lo agradecerá.
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P.S. He abandonado casi todo contacto con redes sociales, así que ahora espero estar más conectado en este espacio, que me espera y aguanta como nadie, como nada. Ya veremos.

martes, 24 de octubre de 2023

Sumas

Todas nuestras prisas, rastros de personas que un día respiraron con tranquilidad. Fantasmas, bruma. El hijo con ese nombre horrible que sufre por el padre ausente, herido, muerto. Sue el despreciable. Los que van rompiendo botellas y recibiendo más golpes que besos. Quien mira al horizonte y la luz se le cuela hasta adentro y convive con la mancha de un sol oscuro en la cabeza. Los restos de la información que se quiebra por la desconexión, paquetes perdidos, fluctuantes, lejanos. Los desconocidos que se encuentran en una banca de un parque sin nombre en una ciudad sin nombre y se hablan en lenguas extrañas y cada uno, por su lado, da las respuestas que cree oportunas mientras el otro asiente o niega con seriedad, que luego se levantan y que con el tiempo recuerdan ese momento como el lugar de la paz. El motivo de esa conversación. Los amantes que temen el abrazo, la mirada justa, el nervio de las pupilas, pero sueñan con un rinconcito de un pueblo con lago en el que son despertados por una radio con canciones de amor de décadas pasadas. El recuerdo falaz de la infancia. El color perdido, la olvidada estática de la T.V. La Venecia celeste.
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De la imagen: Venecia celeste por Moebius.



sábado, 20 de mayo de 2023

De realidades paralelas y sueños en celuloide [La noche americana, 1973]

¿Qué nos hace ser lo que somos y amar lo que amamos? En las primeras historias que conté, mis personajes eran un variopinto grupo de juguetes plásticos que guardaba en una caneca (un spiderman chueco, un demonio al que le mutilé las alas, un beisbolista con una eterna postura de bateo y así, pero esa lista es harina de otro costal). El caso es que recuerdo muy vívidamente ‘armar’ las historias, jugar durante toda la tarde y guardar los juguetes. En la siguiente sesión los organizaba tal como estaban al final del día anterior y continuaba la historia como si no hubiera pasado ni un segundo. Quizá por eso odiaba perderme los inicios de las transmisiones de las películas, quizá por eso me gusta ver todos los créditos finales, imaginar el trabajo conjunto que ha resultado en esa creación que me ha mantenido por horas en un sillón o en la cama. Por eso amo cada visionado de esta joya que es “La noche americana” y por Jacqueline Bisset.

"La noche americana" (1973), dirigida por François Truffaut, nos invita a adentrarnos en el mundo del cine y explorar las intersecciones entre la ficción y la realidad, una temática que resuena profundamente en nuestras mentes ávidas de respuestas para darle sentido a nuestra existencia. La película es una declaración de amor al cine y por ello nos presenta un enigma intrigante: ¿qué ocurre detrás de las cámaras en la creación de una película? ¿Cómo las relaciones entre los actores, los técnicos y el director influyen en el resultado final? Truffaut nos sumerge en el caos y las complejidades del proceso creativo, donde se entrelazan los mundos interno y externo, el rodaje y la pantalla.

La cosa va así: Ferrand, un director de cine interpretado por el mismo Truffaut, se embarca en la producción de su última película (una melodramática “Les presento a Pamela”). A medida que el equipo se reúne en el set y los actores se preparan para dar vida a sus personajes, se revela el frenético y caótico mundo del cine. Truffaut nos muestra con maestría los entresijos de la realización de una película, desde la planificación y el montaje de escenas hasta los desafíos logísticos y las dinámicas del elenco y el equipo. Es aquí cuando Truffaut juega con la línea borrosa entre la realidad y la ficción, y nos lleva a un viaje en el que no siempre está claro qué es real y qué es parte de la película dentro de la película (Truffaut, Ferrant, tiene un sueño recurrente del que nos cuenta partecitas para al final mostrarnos un hermoso homenaje a la ‘Citizen Kane’ de Orson Welles). Esta mezcla de elementos crea una atmósfera en la que nos sentimos como si estuviéramos detrás de las cámaras, como testigos privilegiados del proceso creativo y los desafíos emocionales que enfrentan los personajes.

Esta exploración de múltiples capas de la realidad es uno de los aspectos más fascinantes de la cinta. Truffaut nos presenta una película dentro de una película, donde los actores interpretan a personajes que, a su vez, interpretan a otros personajes. Esta interconexión de roles y máscaras nos recuerda nuestra propia naturaleza, donde a menudo desempeñamos distintos papeles. ¿Quiénes somos realmente detrás de todas estas máscaras? ¿Cómo podemos reconciliar nuestras identidades internas y externas? ¿Quiénes somos nosotros en toda esta puesta en escena planteada por Truffaut?

El concepto de "La noche americana" también nos desafía a reflexionar sobre el poder de la narrativa y la construcción de historias. Al rendir homenaje a "Citizen Kane" de Orson Welles, nos recuerda que nuestras vidas son en gran medida una narrativa que creamos y contamos a nosotros mismos y a los demás. En última instancia, "La noche americana" nos enseña que la vida, al igual que el cine, es una experiencia compleja y multifacética. Nos muestra que la verdad y la ilusión coexisten en un delicado equilibrio, y que nuestro poder radica en nuestra capacidad para explorar y cuestionar nuestras percepciones.

El elenco de "La noche americana" merece un reconocimiento especial, ya que cada actor brilla en su papel. Jacqueline Bisset interpreta a Julie, y también a Pamela, la protagonista de la película en producción. Jean-Pierre Léaud es Alphonse, un actor inseguro pero talentoso, y Valentina Cortese interpreta a Severine, una actriz veterana y temperamental (hay una secuencia bellísima en que olvida, primero sus diálogos y luego la salida del set y por ello debe repetir la escena hasta el hartazgo). Así que sus actuaciones son convincentes y nos sumergen aún más en la atmósfera del set de filmación.

Finalmente, llegamos al clímax de la película. Ferrand logra completar el rodaje a pesar de los contratiempos y la tensión en el set. La última escena se filma con éxito y el equipo celebra el logro. La película termina, no podía ser de otra manera, con una sensación de triunfo y satisfacción, mostrando el poder del cine para crear ilusiones y unir a las personas en una visión compartida y así materializar la vida en algo definitivo, eterno. Truffaut ya nos lo advertía: “Me gusta filmar a la gente obsesionada con la idea de que las cosas pueden ser fijadas para siempre. Porque la vida es movimiento, decadencia, es el reino de lo efímero, y los que anhelan lo eterno van contra la corriente. Se estrellan de manera inevitable contra la realidad. La vida es por definición transitoria y avanza hacia la decadencia. Pero todo en nosotros nos empuja a aspirar a lo definitivo”[1]. Y yo no puedo estar más de acuerdo.

Ficha técnica:

Título: La noche americana
Título original: La nuit américaine
País: Francia, Italia
Estreno en Francia: 24/05/1973
Productora: Les Films du Carrosse, PECF, Produzione Intercontinentale Cinematografica (PIC)
Distribuidora: Warner-Columbia Film
Director: François Truffaut
Guión: François Truffaut, Jean-Louis Richard, Suzanne Schiffman
Reparto: Jacqueline Bisset, Valentina Cortese, Dani, Nathalie Baye, François Truffaut, Jean-Pierre Léaud, Alexandra Stewart, Jean-Pierre Aumont, Jean Champion, Nike Arrighi, Maurice Seveno, David Markham, Bernard Menez, Gaston Joly, Zénaïde Rossi, Xavier Saint-Macary, Marc Boyle, Walter Bal, Jean-François Stévenin, Pierre Zucca

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Esta entrada se publicó en Topos Cineclub el día 19 de mayo de 2023


jueves, 27 de abril de 2023

Enfermos de información

En un mundo hiperconectado, donde la información fluye a una velocidad vertiginosa, donde la verdad y la mentira se confunden en un mar de bits y bytes, tal vez lo mejor que podemos hacer es callar. Pero, ¿para qué necesitamos el silencio si podemos gritar más alto que los demás en Twitter?, ¿quién quiere eso cuando podemos tener likes, seguidores y retweets? ¿Para qué pensar por nosotros mismos si podemos simplemente compartir la última teoría de conspiración en Facebook y sentir que pertenecemos a algo más grande? El problema no es solo el exceso de información, sino la forma en que la consumimos y la compartimos. Somos parte del problema porque nos gusta sentirnos importantes, estar en el centro de la conversación, tener algo que decir sin saber cuánto de lo que decimos es realmente importante. Sufrimos del síndrome del escriba. Ese que describió Julio Cortázar en “Fin del mundo del fin”. Un mundo lleno de escribas y en donde cada vez son menos los lectores porque también se convierten en escribas con el único objetivo de registrar su infinito manual de intrascendencias.
En el cuento, se crean disposiciones legales con el único fin de seguir escribiendo y se sigue aumentando el espacio para almacenar libros hasta que los libros se desbordan de las casas y luego de las ciudades y se adentran en el campo hasta llegar a las costas y solo queda echar al mar el exceso de libros para seguir escribiendo, pero en algún momento también el mar se satura y precipita el agua a la tierra y hasta se redistribuyen los continentes. Tenemos decenas, cientos de aplicaciones para comunicarnos pero ninguna nos conecta. Estamos enfermos de información, deseosos de aprobación en forma de likes, escribas de nuestras miserias, frustraciones y sueños. La única solución sería, cómo no, la selectividad. Usar la cabeza por un momento. Pero los algoritmos de Tik Tok e Instagram nos vuelven viento y bote a la vez. Nos llenan de contenido entretenido pero intrascendente.
En el cuento, al final, se describe como la raza de escribas, condenada a la extinción, sobrevive en la precariedad de un mundo lleno de libros y en el que solo unos pocos, quienes desde el principio dieron las órdenes, viven alejados del desastre. Quizá el bueno de Julio Cortázar también obraba como profeta.

martes, 4 de abril de 2023

El ángel de la muerte [Kite Liberator, 2008]

Kite Liberator (2008) es una OVA, secuela de Kite (1998),  creada por el genial Yasuomi Umetsu. Al igual que en Kite, nuestra nueva protagonista, Monaka Noguchi, tiene el mismo oficio que la querida Sawa, es una colegiala asesina. El entorno es el mismo, un mundo criminal atravesado por violencia física y sexual, pero no encontraremos muchas más referencias directas al material original. Al primer visionado se me antojó creer que esta OVA funcionaba como un homenaje a la obra original por la celebración del décimo aniversario de su estreno y ya. Ahí estaría una de sus fortalezas, pues los alivios nostálgicos también son importantes, pero resultó más que eso. La obra de Umetsu (lo visto en Mezzo Forte), mantiene una perfecta unidad narrativa en este universo. Es cierto que no es siempre visible a la primera, pero ahí está. 
La historia que ahora nos ocupa inicia en una estación espacial (esta OVA tiene tintes de ciencia ficción) y allí se nos presenta a Orudo Noguchi, astronauta residente y padre de Monaka. Orudo Noguchi no ha visto a su hija en años, así que aún la imagina como una niña tierna. Por su cumpleaños, Orudo le envía una pulsera hecha con rocas espaciales (este detalle será crucial en clímax de la obra). A contrapunto, en la ciudad se desarrolla una persecución policial. Un delincuente huye por calles y callejones hasta que consigue entrar a los baños de un cine, mata a mansalva a varias mujeres y retiene a una niña como su rehén. Con lo que no contaba es que hasta allí llegaría "El ángel de la muerte" a cobrar por sus crímenes. Allí vemos por primera vez a Monaka armada con una pistola similar a las utilizadas en Kite. Luego se nos dirá que esa arma perteneció a una asesina muy joven (¿tal vez Sawa?). En tanto a referencias, es por lo menos curioso que uno de los pósters en el cine sea el de Diamante de sangre, estrenada en Japón en 2007 pero en el póster aparece una fecha diferente, por lo que nos hace preguntarnos cuándo tiempo ha transcurrido entre los eventos que vimos en Kite y lo que vemos en Kite Liberator.
Luego de esta escena introductoria se nos mostrará en paralelo la vida de Monaka y su padre. Por un lado, Monaka, que es menor de edad, trabaja en un bar regentado por un pedófilo que también sirve como controlador de la red de asesinos, va a la escuela, saca buenas calificaciones y comparte con su compañera de alojamiento. Por otra parte, en la estación espacial se arma la de Dios cuando dos de los astronautas, que también había obtenido su buena dosis de radiación solar empiezan a mostrar resultados adversos a una súper dieta que intentaba ayudarlos a mejorar sus capacidades físicas en el espacio. Esta parte, muy a lo Octavo pasajero, termina con la estación hecha pedazos y con un reducido grupo de supervivientes volviendo al planeta de milagro.
Ya en la Tierra, notan que al menos uno de los astronautas, ya convertido en monstruo, ha sobrevivido y ahora vaga por la ciudad "como buscando algo". Para evitar un escándalo, la compañía creadora del alimento, infiltrando maleantes como agentes de la Nasa, encarga a Monaka la misión de acabar con el monstruo. Ella lo intenta pero es sobrepasada y termina atravesada por una garra del monstruo. En el momento de lo que sería una muerte definitiva, el monstruo ve el collar de piedras espaciales en la muñeca de la muchacha y es ahí cuando él la reconoce como su hija, porque sí, uno de los astronautas afectados fue Orudo, padre de Monaka. Ella aprovecha el instante de duda y dispara a la boca del monstruo, el que parece ser su único punto débil. Se libera, es socorrida y sacada de allí por sus empleadores. Allí, por pura casualidad, se entera del asunto de la metamorfosis de Orudo, por lo que asesina a todo el grupo. Regresa por su padre que también está haciendo de las suyas en el camión que lo extraía de lugar. Orudo sale de las llamas de la explosión que él mismo ha creado y en ese instante se vuelve a ver frente a frente con Monaka. Ella lo reconoce y suspira por el descubrimiento. Hermoso. La imagen corta a negro y la OVA termina. Quedamos fríos. Lo que sea que esperáramos, ya no pasará. Solo nos queda elucubrar teorías, hacer un revisionado con cuidado, echarle ojo a los detalles. Al final, para desencriptar todo el universo de Kite tendríamos que pasar por Mezzo Forte y por Mezzo DSA para hallar una que otra pista, una que otra insinuación. Qué más da. Así que a falta de las respuesta por parte del señor Umetsu, me gusta jugar a conectar las dos OVAS. Estas, por ejemplo, son solo unas pocas ideas de donde tejer, por donde comenzar:
  1. Aunque esta obra se estrenó diez años después, en el universo de Kite solo han transcurrido unos pocos años ¿Tres, cuatro? (véase el póster de Diamante de sangre y la fecha 03 0012 0000). 
  2. La red de asesinos no ha perdido poder desde los hechos ocurridos en Kite. Por el contrario, ahora realiza trabajos para grandes empresas y con mejores artilugios tecnológicos. 
  3. Luego de la muerte de Oburi (ya es hora de aceptar que murió) Sawa debió volver con sus empleadores, quizá por refugio, quizá porque era lo único que conocía y ya no estaba ni Kanie ni Akai. Pero ahora lleva otro nombre e intenta mantenerse con un perfil bajo siendo una humilde camarera de un bar de mala muerte. 
  4. Si aceptamos que han pasado unos pocos años desde los eventos de Kite, también debemos aceptar como posibilidad que el hijo de Mukai, AKA Sawa, podría ser hijo de Oburi o peor, hijo de Akai. Por eso se mantiene como una madre soltera, por eso su perfil bajo. Quizá por eso le dice a Monaka que si tiene seres queridos debe cambiar de vida.
  5.  Monaka es una infiltrada. No queda del todo claro como selecciona sus trabajos/víctimas pero es claro que no todos son concertados con la red de asesinos. Imagino que Monaka está intentando desmantelar la red desde adentro. Solo ataca a pedófilos y se ha ganado la confianza del gerente del Apollo. 
  6. Por lo menos hay un amague, una bala de fogueo por parte del señor Umetsu. Al mostrarnos a Monaka tan cerca de un balón de basket, y sabemos que nada es gratuito, ¿qué intenta decirnos?, ¿que hay alguna relación entre la chica asesina de Oburi y ella?, ¿que son la misma persona? Ahí sí hay tela que cortar.
Esta entrada quedará abierta hasta un nuevo revisionado de la totalidad de la obra. Entonces, hasta que eso pase, creo que es bueno dejar por aquí.

jueves, 16 de marzo de 2023

Los árboles huelen a recuerdos (Metáforas de los árboles)

ATUESTA MINDIOLA, José. Metáforas de los árboles. Ediciones Alfarero. Valledupar 2010.

Hay libros que son una ventana siempre abierta a la memoria. Hay libros que son canto vivo, agua y río. Hay libros que son una copa de vino añejado con la nostalgia. Este libro, este poemario, contiene un poco de todo eso. La primera vez lo leí, en el ya lejano 2010, algunos poemas me abrazaron con olores y recuerdos. Lo que sigue a continuación, fue esa visión desencantada que tenía de la ciudad y la vida, pero maravillada por el descubrimiento de estas palabras.
He notado, no sé si por el cuento del bicentenario, que muchos buscan unas raíces perdidas. Pero puedo decir con claridad que ninguna celebración de bicentenario puede darme raíces, y no puede porque simplemente yo, al igual todos los que están en mi margen de edad, exploramos el mundo a través de una infame antena de Direc TV, o en folletines de suspense, o simplemente en Condorito.
En mi sofá está un libro verde, anoche lo leí, anoche no estaba enfermo, porque estuve enfermo con una tos que me hacía balancear de adelante hacia atrás. El libro se titula Metáforas de los árboles. Está escrito por José Atuesta Mindiola. El maestro Atuesta, valga decirlo, es docente de profesión y  poeta elección. El libro está autografiado en la primera página, la letra está cuidada y la firma denota años de ejercicio. Hay treinta y tres poemas. He obviado leer dos notas a modo de prólogos. Paso directo al primer poema. Monólogo de un árbol citadino, casi al terminar de leerlo, repaso dos líneas, Soy testigo: de la noche que avanza con el miedo,/ de transeúntes perdidos en sus sombra. Noto en estos versos las verdades de esos transeúntes, noto las soledades de las gente que camina por los callejones, me noto a mí observando el fluir de las hojas que caen de ese árbol.
La lectura del libro es muy rápida, son poemas cortos y sonoros. Aquí encuentro quizá un poco de esas raíces, mis raíces perdidas. Página 27: 'Elegía del palo de mango'. Mis recuerdos. La casa de la infancia. Leo que el árbol sangra blanco sus heridas como mostrando la ruta que el dolor todavía no ha recorrido. Tengo claro el olor que me recuerda. Hay mangos tirados, verdes y amarillos. Ya las flores han caído y llenan todo el patio. Recuerdo que mi mamá no barrerá, está trabajando y yo he de estar escuchando una emisora que no sintoniza bien. El árbol de mi recuerdo sangra.
Estoy volando a espacios y a momentos de mi pasado. Creo poder reconciliar esas raíces con la música que he puesto mientras continúo la lectura. Tom Waits canta, su voz resquebrajada, su letra desesperanzada, Chocolate Jesus, creo que estamos hechos de una amalgama de olores, sabores, también de cómic, de música que no está en nuestra lengua. Ya los fantasmas se han mudado de la oscuridad a las cadenas de correos electrónicos, las leyendas ya son urbanas y cuentan de maldiciones en cajas de MSN. Este libro me hace recordar las calles por las que camino a diario. Estos poemas son el equilibrio de una tierra muy llena de árboles pero ya muy agotada por un nuevo comienzo lleno de market.

Y sólo encuentro fragmentos/ de tu cuerpo y de tus sueños,/ y yo atrapada en los pilares desolados,/ estoy con lo poco que queda de mí. De 'Monólogo de una mujer después de un atentado'.




Este poemario está lleno de realidades, leo y veo carros, violencia, los que sufren la violencia, el tipo indiferente que mira, veo al victimario. Leo uno de estos poemas: 'Monólogo de una mujer después de un atentado'. Atuesta golpea con la última parte del poema. Y sólo encuentro fragmentos/ de tu cuerpo y de tus sueños,/ y yo atrapada en los pilares desolados,/ estoy con lo poco que queda de mí. Mi memoria está llena de algunas buenas cosas, de otras que no lo son tanto pero, este libro me hace recordar, y estoy convencido que esa es la tarea, que no se debe buscar donde ya todo es yermo sino, simplemente volver a los lugares felices, que son, casi siempre, los que están llenos de rincones en la casa materna con olores del patio. Porque somos un poco de todo, de Tv del domingo, de Coca-Cola, de música de este lado del mundo y de todas partes. Nos decimos libres e independientes, pero somos de todos los lugares. Estamos amarrados al piso y no hay salida. Ninguna.
Lea Metáforas de los árboles del maestro José Atuesta Mindiola.

[Recuperado del blog Grupo Jauría, publicada por primera vez en julio de 2010. Versión revisada y actualizada]