Los días son cada vez más oscuros y la gente cada vez más desalmada. Eso parecería ser bueno para quien, de vez en cuando, escribe distopías postapocalípticas, pero una cosa es crearla en el papel y otra, muy distinta, sentir que no estamos nada lejos de eso. El escritor alimenta sus pasiones y sus miedos y los trasmite en modo de ficciones y al final, espera que todo el asunto se quede ahí. Este mundo patas arriba pasa susurrando por nuestras ventanas con un vaho infernal. Basta con cliquear en un portal de noticias para sentirnos desahuciados. Encontramos, por ejemplo, que un par de tipos con cortes de pelos ridículos se amenazan con lanzarse bombas nucleares o peor, por estos días la gente cree siempre tener ‘la razón’ y eso sí que es peligroso. Hasta eligen presidentes con sombras en sus espaldas y pasados, por lo menos, cuestionables. Eso sí, por el bien de nuestra salud mental, aún existen los libros, el cine, el amor, la cerveza. Esas buenas cosas nos mantienen en pie y nos ayudan a no desmoronarnos. Pues bien, de eso va la entrada de hoy. Hace poco recibí los libros de Cuentos de La Cueva por Colombia 8 (un proyecto que reúne a escritores, artistas plásticos y estudiantes de colegios públicos en torno a la literatura) en donde aparece cuento mío titulado Motel: vía al mar, que está entre mis cuentos favoritos, debo decir, y además aparece acompañado con una ilustración bellísima. En ese libro también contesté un cuestionario a modo de entrevista sobre el oficio de escribir cuentos que les dejo a renglón seguido. El cuento, cuando esté colgado en Grupo Jauría, lo enlazaré por aquí.
viernes, 3 de agosto de 2018
Suscribirse a:
Entradas (Atom)