martes, 12 de enero de 2010

Papeles

Tengo un papel en mis manos que parecía tener un número telefónico, lo encontré en el bolsillo de mi pantalón, no tengo la mínima idea de lo que contiene pero se me da por llevarlo hasta mi nariz, su olor es simple, como papel, no podría ser el de otra cosa. Lo estrujo y lo arrugo más de lo que ya estaba, lo tiro a un lado, al piso.

Nena, tu olor a veces se me pierde, porque ya no te huelo tanto, o porque el fin sea quizás que se pierda. Sé, tengo muy claro, que tu olor no lo puedo poseer, atrapar ni contener. La simpleza es la misma, igual que a ti o a cualquiera no se le puede retener, es tonto pensar siquiera en ese caso. Tu composición es muy fuerte para cualquiera, así que no pretendas que te entiendan.

El papel en el suelo me mira y casi suplica. Yo lo miro y pongo mi pie sobre él. Ya no me importa lo que podría contener, en algún momento lo que allí había me hará falta y tal vez imagine que era la respuesta que quería dar el papel. Pero ahora no me interesa.

Por el contrario del papel sé que tu olor trae las respuestas claras, la cuestión es que soy malo para eso del lenguaje. Al menos (debes agradecer) me percato de ello, la mayoría de todos 'de todos' se hacen los desentendidos, así que solo les importan los factores que en tres palabras pueden encontrar en ti. Lo ideal es que si no te pueden entender al menos se fueran de putas y allí no tendrían que dar explicaciones, se sentirían mejor. Ah, y nena, las putas siguen siendo mujeres bellas, sólo que cobran