Siempre que intento seguir un plan de escritura organizado y metódico, los dioses del desorden invaden mi espacio y el plan queda reducido a recuerdos (hace poco escribí unas líneas sobre la procrastinación que explican, más o menos, lo que pasa en uno de estos días). Todo va bien por un tiempo, y entonces se atraviesa algo que daña la rutina y hasta ahí. Siempre pasa, así que ya sé como actuar. Sigo un plan que nunca me falla: hago tanto como puedo cuando tengo fuerzas suficientes y después suelo desentenderme del asunto hasta nuevo aviso (el aviso a veces llega y a veces no). No es ni lo mejor, ni lo más bonito y tampoco se puede decir que funcione porque esa forma de trabajo tiene su regusto azaroso, pero es lo que hay. Esa es la forma en que el 'sistema' me permite trabajar en mi escritura. Así he logrado escribir un buen número de cuentos que bien podrían merecer la pena,vaya uno a saber. Pero algunos de ellos han terminado colados en uno que otro concurso y otros, en revistas y antologías.
Desde el El Narratorio Antología Literaria Digital se incluyó uno de mis cuentos, ya publicado en una antología de autores del caribe colombiano en 2015 y que se puede leer aquí, en la edición del mes de mayo de este año. El cuento se titula 'Margarita' y el inicio va así:
Estoy de pie, a su lado. El bus se marcha y crea una especie de neblina en la calle, la única neblina con la que podré soñar; aquí no hay nieve, no hay historias románticas y nadie nunca jamás bailará bajo la lluvia. Ella no sabe mi nombre, el suyo es Margarita. Caminamos durante un rato, Margarita se mueve como si estuviéramos enamorados. El cielo se rompe, primero las raíces plateadas y luego el sonido seco. Lloverá, dice.
Dale un clic aquí para echarle un ojo a la publicación que, no está de más decirlo, recoge muy buenos textos de autores de la mayoría de países de Latinoamérica.
Gracias por pasar. Puedes comentar y compartir, eso siempre me alegra el día.