Soy un caminante, caminando siembro dudas y huyo de holocaustos mientras germinan las amapolas de la desesperanza, soy un laberinto, quizá esté perdido ¿dónde están las alas que me liberarán de esta inmundicia? Sé que volar, sé que acercarse al cielo sobre donde otros deambulan como hormigas perdidas es mi salvación; pero ¿que vio Ícaro para pagar tan caro su insolencia? ¿qué verdad atómica descubrieron sus ojos? ¿acaso que este mundo es una ilusión? un sueño para pobres imbéciles
lunes, 20 de julio de 2020
domingo, 12 de julio de 2020
La gente solo busca salvar su pellejo
Martín, uno de tus personajes del cuento que da título al libro, dice: “El mundo se está yendo por el desbarrancadero y a nadie le importa. La gente solo busca salvarse el pellejo… vivir un día más”. ¿Esto es mero pesimismo o una realidad?Carlos, el pesimismo puede ser una forma sosegada de ver el mundo. No esperas nada de nadie y te alegras con las sorpresas. Lo cierto es que si nos sentamos a ver noticias por al menos una hora, nuestra posición frente a la realidad no saldrá indemne. Allí hay motivos de sobra para ser pesimistas, pero me da confianza la ciencia y el poder que tenemos como especie para sobreponernos ante las adversidades. Ya creamos la penicilina, las vacunas, pisamos nuestra luna. En ese tipo de avances sí soy profundamente optimista.
jueves, 9 de julio de 2020
¿Dónde están los salvajes?
Esto es un anuncio: al fin, luego de vueltas y vueltas, me alegra mucho contarles que desde hace ya una semana está disponible mi primer libro de cuentos ¿Dónde están los salvajes? Esta ha sido toda una aventura en la que me he metido de la mano del poeta y fundador de Terrear Ediciones, William Jiménez, y con el apoyo de un montón de gente como mi amigo Carlos César Silva, a quien conocí hace ya algunos años en medio de talleres literarios y que para este proyecto leyó cada uno de los cuentos en su etapa inicial y con quien sostuve largas conversaciones telefónicas sobre la construcción de personajes, la eficacia de los títulos y toda esa filigrana que se desprende del arte de escribir cuentos. También conté con la invaluable ayuda de J. J. Junieles y Paul Brito, que cuando les conté del proyecto no dudaron en leer los textos y luego en escribir algunas palabras, tal vez demasiado elogiosas, que terminaron en la contratapa del libro. Y Tony Arévalo, que me sacó una fotografía para la solapa y que de seguro rondará por mis perfiles de redes sociales por mucho mucho tiempo.
Este libro es el producto de varios años de escritura y está formado por un conjunto de catorce cuentos que se fueron ordenando en torno a unas ideas que aún me inquietan lo suficiente como para arrebatarme el sueño en algunos días. Aunque son, valga decirlo, los temas de siempre: la muerte, la soledad, el dolor, el egoísmo, la venganza, la supervivencia. Todo esto en entornos disímiles. Hay cuentos con aura de western, otros rurales, un buen grupo andan entre lo urbano y el policial y otro par van de lo que más me ha apasionado siempre, la ciencia ficción.
domingo, 21 de junio de 2020
El alma salvaje de nuestra sociedad
William Jiménez: Miguel, en primer lugar ¿podrías contarnos cómo fue ese primer encuentro con la literatura, describirnos cómo fue esa “epifanía estética”?Miguel Barrios Payares: Quien diga que la infancia es una época feliz, necesita que le cuente unas cuantas cosas. Nací en un pueblo pequeño que estuvo a merced de la violencia por muchos años, así que en lo único en que podía concentrarme sin que mi mamá se descorazonara era ver televisión y leer los pocos libros que había en la casa y en la biblioteca municipal. Aunque la verdad me gustaba mucho más ver televisión. Sin embargo, la experiencia de estar entre los libros era diferente e íntima. De alguna forma sentía, o creía, que al leer esos libros viejos yo tenía acceso a cosas que nadie más conocía. Era como una suerte de cofradía muy personal. Así hasta que me encontré con una bella edición ilustrada de Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne. Allí hubo un deslumbramiento. No había visto en televisión ni leído en ninguna parte de alguien tan inteligente como el Capitán Nemo, ni de nadie más osado e impetuoso que Ned Land.