La memoria es siempre un territorio oscuro, neblinoso. Proyectamos en ella lo que fuimos o lo que creemos que fuimos. Es, al final, una idea eterna del regreso. Así que solo volvemos a ella con mesura disimulada, como buscando no despertar terribles dolores, olores, múltiples formas del miedo, porque solo mantenemos en la superficie lo que suponemos fue nuestra infancia feliz, nuestros buenos tiempos. En estos días, por motivos del lanzamiento de mi libro de cuentos (porque sí, por fin sale mi libro de cuentos titulado ¿Dónde están los salvajes?), conversé con mi amigo y editor de Terrear Ediciones, William Jiménez, sobre el proceso creativo, las primeras lecturas y la actualidad del sector. Así que volví a visitar momentos empolvados en mi cabeza a los que casi siempre prefiero pasarles por un costado. Así inició la conversación:
William Jiménez: Miguel, en primer lugar ¿podrías contarnos cómo fue ese primer encuentro con la literatura, describirnos cómo fue esa “epifanía estética”?Miguel Barrios Payares: Quien diga que la infancia es una época feliz, necesita que le cuente unas cuantas cosas. Nací en un pueblo pequeño que estuvo a merced de la violencia por muchos años, así que en lo único en que podía concentrarme sin que mi mamá se descorazonara era ver televisión y leer los pocos libros que había en la casa y en la biblioteca municipal. Aunque la verdad me gustaba mucho más ver televisión. Sin embargo, la experiencia de estar entre los libros era diferente e íntima. De alguna forma sentía, o creía, que al leer esos libros viejos yo tenía acceso a cosas que nadie más conocía. Era como una suerte de cofradía muy personal. Así hasta que me encontré con una bella edición ilustrada de Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne. Allí hubo un deslumbramiento. No había visto en televisión ni leído en ninguna parte de alguien tan inteligente como el Capitán Nemo, ni de nadie más osado e impetuoso que Ned Land.
Denle un clic aquí para leer la entrevista completa publicada en Panorama Cultural.
Gracias por pasar, y si te parece bien, no te vayas sin dejar un comentario reportando tu visita. Eso siempre me alegra el día.
¡Hola!
ResponderBorrarPues me ha encantado todo lo que nos has contado en esta entrada <3
Un abrazo
Y pues, a mí me alegra que te haya gustado.
BorrarGracias por pasar.
Saludos.
Muy buena entrada. Me quedo aquí de seguidora y te invito a que te pases por mi blog si te apetece.
ResponderBorrarUn abrazo.
Rocío, gracias por llegar y por quedarte. Ya me estaré pasando por tu espacio.
BorrarUn abrazo de vuelta.
Bueno me encanta lo que escribes Fijate que pensé que ya te habia comentado
ResponderBorrarTe he ido conociendo de a poco.Estas entrevistas me fascinan
un abrazo querido desde el otro lado de la vida
Y a mí se me hacía muy raro no verte por acá. Te mando un abrazo de vuelta.
BorrarInteresante lo que comentas, los libros siempre hacen buena compañía. Yo empecé leyendo también los libros que habían por mi casa y entre ellos estaba Veite mil leguas de viaje submarino el cual disfruté bastante.
ResponderBorrarSaludos.
Sí, así es. Siempre digo: hacemos lo que podemos con lo que tenemos a mano. Y pues, yo tenía a mano un montón de libros bien variopinto.
BorrarSaludos.
Gracias por pasar.
Encontré una coincidencia, el primer libro que leí fue la vuelta al mundo en 80 días, bajo la sombra de un árbol en el enorme patio de una casa en Codazzi, después tuve un deslumbramiento con La isla del tesoro y ahí quedé prendada de los libros.
ResponderBorrarSí esos eran los libros que más llegaban, así que crecimos con libros hermosos de aventuras. Hace poco alguien me regaló sus dos colecciones "Best Seller" de Oveja Negra. Y sí, cada vez que estoy de pie frente a ese estante es una vuelta a la infancia.
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