miércoles, 4 de abril de 2018

Diario de un procrastinador: Soñar como Lenny Nero

Desde la cómoda posición de mi sofá veo la intermitencia del cursor en la pantalla. Desde hace algún rato decidí sentarme a escribir pero aún no logro las palabras correctas en mi mente, porque primero van en la cabeza y luego en la pantalla, pues lo que no se tiene en la cabeza no se tiene en ninguna otra parte. Ya es tarde en la noche pero no me levanto a escribir a sabiendas de que si lo pospongo apenas unos minutos más, las letras de hoy quedarán para mañana o para quién sabe cuándo. De momento, me creo Lenny Nero buscando recuerdos medio olvidados o intentando, simplemente, pasar el rato. Me convencí de escribir ciencia ficción desde que vi las primeras escenas de 'Días extraños'. Eso que estaba en la pantalla lo quería para mí. Cada fibra, cada momento. No sabía yo que todo eso necesitaba una alta dosis de talento y otras cosas más, pero lo quería. Con Lenny aprendí qué eran los antihéroes antes de saber algo de antihéroes, encontré allí la hermosa y caótica estética cyberpunk tan lejana del polvo de mis recuerdos de adolescencia. Lenny Nero era el tipo duro que intentaba salvar a la chica en medio del apocalípsis del fin de año, del temido 2000. En ese momento supe que quería 'protas' que fueran duros, que salvaran a sus chicas, y bien si llevaban cables conectados al cuerpo, mejor si eran hackers desarrapados y muchísimo mejor si habitaban en la neblinosa zona de lo incorrecto. Y así lo intento, cuando puedo escribo y golpeo fuerte el teclado, aunque siempre exista una idea que va volando azarosamente en mi cabeza y me distraiga, como si reviviera un recuerdo implantado. Las distopías del cine han cambiado desde que vi a un expolicía venido a menos intentar salvar a la chica, pero las personas y las emociones son las mismas. En Días extraños los dealers negociaban clips, unos pequeños discos con recuerdos y emociones en primera persona que hacían felices a los desposeídos, a los adictos. Hoy la gente se saca fotos para Instagram y recibe likes. Nada ha cambiado.
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Tengo ya, en modo de borrador fumable, mi novelita cyberpunk. Ese proyecto que por años durmió el sueño de los justos. Las primeras líneas las puse en un blog por allá en 2011 y apenas hoy lo veo resuelto. Pero sí, para quien la recuerde, Desde el infierno, con amor ya está lista.

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Imagen: Vía ÁreaVisual

10 comentarios:

  1. Desde el infierno del amor... Me gusta como escribís ya te lo conté... leo poco y casi nada... de novelas o poemas...investigo la vida desde otros puntos de vista....Pero vos me gusta como escribís tenés un ritmo diferente al de los otros. La claridad de tus palabras me encanta un abrazo desde mi otro blog

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    1. La cuestión es que debes encontrar novelas cortas y en el tono que que te guste. Quizá también te guste 'Desde el infierno, con amor'. Ya te dejaré alguna recomendación, que hay muchas.
      Ah, noté que tenías el otro blog. Ya estaré visitando por ahí. Abrazos.

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    2. No soy de novelas...nunca lo fui...me gusta investigar y ser blogger entre otras cosas.
      Escribo corto
      leo corto
      todo corto en mi vida
      no te rías
      Para escritora no sirvo
      empecé un libro y quedó por la mitad
      jajaj
      soy un caso perdido

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    3. Oh, no no. Eres una lectora de libros cortos. Ahí está. De entre los más corto e intensos que he leído, pues ahí está 'Seda' de Alessandro Baricco. Bueno entre los buenos. Lo de no terminar un libro, pues siempre pasa. Siempre hay un libro inacabado.

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  2. Perfecto, Migue. Sólo nos resta leerla. Felicidades.

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  3. Luis, qué bueno tenerte por aquí. Un verdadero honor. Y sí, espero que la puedas leer.

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  4. ¡Hola!

    Mucha suerte con el proyecto, estoy seguro de que cada vez mejora más y te va a quedar increíble.

    Un saludo

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    1. Gracias Juan. Esperemos tenerla lista. Por aquí iré dando informes.

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  5. Enorme la energía de la imaginación, en su travesía por el tiempo y el espacio.

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    1. Así es, María José. La imaginación es infinita.
      Gracias por pasar.
      Nos seguimos leyendo.

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